Por Pedro Taracena Gil
No obstante,
la Constitución Española de 1978, aunque tampoco tiene carácter dogmático,
según los franquistas que la dictaron, sí lo es, porque no se pensó que algún
día se podría reformar. Franco dejó su testamento atado y bien atado, y los Padres de la Constitución escribieron un
texto tutelado por el Ejército, la Oligarquía financiera y la Iglesia.
Los españoles
de mi generación tenemos la fortuna de haber estudiado y conocido los tres
periodos en los cuales se decreta, se desarrolla y se cuestiona la Carta Magna.
El 6 de diciembre de 2016 cumple 38 años. El proceso constituyente fue una
farsa, una estafa al pueblo español. El artífice de este montaje fue Adolfo Suárez.
Ahora se desclasifica una entrevista
que estaba oculta y el líder de la UCD, introduce de soslayo la figura del Rey
en el proyecto de ley de Reforma Política, para evitar un referéndum donde los
españoles decidieran Monarquía o República. Las encuestas manejadas por el
líder de la Transición daban como ganadora a la República. Como sucedió en
Grecia. Pero siempre habíamos creído que
en la Transición se había consensuado la monarquía para evitar que el Ejército
volviera a dar otro golpe de estado. Pero Suárez declara con toda normalidad
que no albergaba estos temores y su objetivo era engañar a los españoles.
Los
franquistas habían administrado la parcela llamada España como si fuera su
propia finca, obtenida como botín de guerra. Los políticos venidos del exilio,
la clandestinidad y la cárcel, se creyeron el embuste porque tenían prisas por
coger una parcela de poder. No querían analizar que una involución militar con
el franquismo descabezado, hubiera tenido el mismo futuro que el golpe de Tejero. La Europa de 1975 no era la Europa de
1936. Pero los franquistas, socialistas, nacionalistas y comunistas, forzaron el
consenso de la indecencia, porque dejaron impune al genocidio del Caudillo de
España, que lo fue por la Gracia de Dios. Escribieron un texto constitucional para
que la esencia de la dictadura se mantuviera en el tiempo: El Nocionalcatolicismo,
la vigencia de la Oligarquía Económica y el Testamento de Franco que pregonaba:
España es Una Grande y Libre.
Muchos
de los que nacimos y vivimos en la dictadura, coincidimos con la ideología de los jóvenes que ahora son nuestros
hijos y nietos. Comulgamos con el Movimiento 15-M. Somos hijos del I Concilio
de Nicea que nos había definido El Credo en el año 325 de nuestra era, como algo que
debíamos creer y no discutir y mucho menos discrepar. Pero hemos evolucionado y
hemos asumido nuestro propio Renacimiento. Solamente aceptamos lo que la razón
nos proporciona. Y la Constitución Española tiene demasiados aspectos dogmáticos
que hay que eliminar.
Hay que
resolver los siete errores cometidos por la Transición:
1.
Es preciso y urgente derogar la amnistía que
dejó impune el genocidio. Y amnistiar al juez Garzón.
2.
España no es una única nación indisoluble, es un
Estado plurinacional. Una Nación de Naciones.
3.
Como consecuencia nada impide que se constituya
un Estado con estructura federal. Dentro de una monarquía o de una república.
4.
Los derechos de los españoles y la soberanía nacional
deben quedar garantizados en el articulado
constitucional.
5.
El Fiscal General del Gobierno debe de ser Fiscal General del Estado.
6. La Ley Electoral debe ser proporcional, la actual
ley se hizo a la medida de las mayorías para cortar el paso al Partido Comunista
de España.
El 6 de
diciembre Día de la Constitución, cualquier homenaje que se haga es pura farsa
preñada de hipocresía, porque nadie duda de sus perversiones y vicios. Las
constituciones no son dogmas. Son leyes para ser cumplidas, modificadas o
derogadas, si no cumplen su cometido de servir al pueblo.
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