RUINAS DEL CONVENTO DE SAN ANTONIO DE PADUA

 


RUINAS DEL CONVENTO DE SAN ANTONIO DE PADUA




CONVENTO DE SAN ANTONIO DE PADUA EN GARROVILLAS DE ALCONETAR

Convento de San Antonio de Padua en Garrovillas de Alconetar

Seguimos recorriendo el norte de la provincia de Cáceres para conocer un edificio que, podríamos tomar como ejemplo y máximo exponente del arte en ruinas de Extremadura.

Es un caso flagrante de abandono y desidia por parte de las instituciones, que según las noticias de las últimas semanas se está intentando subsanar en cierta manera.
En la prensa hemos podido leer que el convento está siendo estudiado por parte de la Junta de Extremadura, que ha abierto una ronda de contactos con diversas instituciones y entidades, como el Banco de Desarrollo del Consejo de Europa, para su recuperación.
Según comunica la administración, el carácter privado del convento ha sido el principal impedimento a la hora de llevar a cabo su consolidación, pero se está negociando con los propietarios para que el edificio pase a manos públicas.

De lo que no cabe ninguna duda es que es un lugar que hace que cualquiera se estremezca, de una belleza increíble convertida en la más absoluta ruina, donde los sentimientos encontrados afloran. Ya habíamos conocido algunos monumentos que corrían la misma suerte en la zona, como el puente romano de Alconetar.

En cuanto a la historia del convento, éste fue fundado en 1496 por el I Conde de Alba de Aliste Don Enrique Enríquez de Mendoza, como panteón. El edificio primitivo era un convento de reducidas proporciones para la orden franciscana, de la que el edificio actual aún conserva algunos elementos de estilo gótico. Los condes fueron promoviendo paulatinamente la ampliación del convento con la colaboración de los franciscanos.
En 1540, don Diego Enríquez de Guzmán (III Conde de Alba de Aliste) encarga la construcción de la capilla mayor, encargándose también de la reforma de la iglesia y los primeros sepulcros.
Con el tiempo, los mecenas fueron impulsando nuevas ampliaciones que contribuyeron al esplendor del convento, como en 1654 cuando se reforman distintas estancias incluyendo el claustro. A lo largo del siglo XVIII se construye la Capilla del Cristo de las Injurias, y se amplían la enfermería y los dormitorios.

La desamortización de 1836 fue la principal causa de su abandono, estado en el que ha llegado hasta nuestros días. Se transformó en fábrica y almacén ganadero, sufrió la ira destructora y el expolio de sus vecinos y el tiempo ha hecho el resto del trabajo.

Es imposible detallar en un solo artículo la estructura del edificio, así que recorreremos sus elementos más importantes.
De la Iglesia de nave única con ábside poligonal y coro a los pies destaca su impresionante bóveda de crucería. Al entrar en el templo es imposible no sentir un enorme escalofrío, por su grandiosidad y su belleza en abandono.

A ambos lados de la nave nos encontramos con los sepulcros de los primeros condes (Enrique Enríquez de Mendoza y María de Guzmán y Figueroa), con múltiples elementos ornamentales propios del barroco y concebidos a modo de arco triunfal. Ambos han sido víctimas del vandalismo y la estupidez humana.

El claustro es otra de las piezas fundamentales del convento, de un sobrio estilo barroco clasicista. De planta rectangular y doble altura, sostenido por arcos de medio punto con molduras decorativas. El piso superior nos encontramos con una solución arquitrabada con el doble de vanos que el inferior, su estructura y decoración se encuentran muy deterioradas.

Basta con explorar el edificio para comprobar de nuevo como el vandalismo se ha cebado con él. Sus pinturas murales han sido destrozadas, cubiertas con pintadas y quemadas, no se ha respetado ni siquiera el interior de la iglesia.
Afortunadamente el convento es visitable, y al parecer en los últimos años los visitantes son respetuosos y conscientes del valor artístico e histórico del edificio.

Como siempre os invitamos a que comprobéis su grandeza visitándolo con el máximo respeto, y para facilitaros el trabajo de ubicación podéis consultar nuestro mapa.

Albergamos la esperanza de que las instituciones finalmente tengan la capacidad de proteger una de las más grandes maravillas del patrimonio extremeño.

GALERÍA DE IMÁGENES











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José Luis Díaz

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