Los 60 años de Juan Villoro en 60 frases y pensamientos
SABIDURÍA DE SARAMAGO
LOS LÍMITES DEL DOLOR
Vivimos una situación límite de mucho dolor para todos los
mexicanos. Un dolor que ya había aflorado puntualmente para muchas
familias durante los seis nefastos años de gobierno de Felipe Calderón y
también se había catalizado mucho este descontento con el Movimiento
por la Paz con Justicia y Dignidad encabezado por el poeta Javier
Sicilia a partir del 2011. Creo que ahora ya llegó a un nivel de
condensación en el que la gente no puede más. Del “Estamos hasta la
madre” de Javier Sicilia, que era un grito de indignación, hemos pasado a
un “Basta ya” rotundo y sí creo que es un momento límite, lo que hay
que ver es hacia dónde seguimos.
EL ARTE DE LA ENTREVISTA
Me dio mucho gusto que le dieran el Premio Cervantes a Elena
Poniatowska porque en su obra tiene mucha importancia la entrevista y
mucha importancia el arte de escuchar. En la obra de Elena, la
entrevista es la matriz de todo. Una crónica, un reportaje, incluso una
novela como
Leonora, nacen de sus entrevistas periodísticas.
Pocas bibliografías han dependido tanto de las voces ajenas como la de
Poniatowska. Es absurdo decir que el autor le da voz a los que no la
tienen, pero lo que sí puede hacer el escritor es escuchar a los demás.
EL GIGANTISMO DE LA FIL
La Feria del Libro en Guadalajara es un fenómeno de la
industria, no de la cultura. Por supuesto que puede tener derivados
culturales, como el originado en un encuentro casual de dos personas que
se ponen a discutir sobre un título, pero en general la Feria del Libro
está aquejada de gigantismo. Es una máquina de vomitar actividades y
confunde la estadística con el éxito. En la Feria de Guadalajara parece
mejor que haya 10 mil actividades a que haya 500 muy bien hechas, que
haya 2 mil personas en una conferencia a que haya 500 pero atentas. A lo
que uno aspira aquí es a comunicar algunas cosas que vayan un poquito
más allá de las ventas y el mercado editorial, pero me gustan más las
ferias de Santiago de Chile o de Bogotá, donde el espacio reservado a la
cultura es más fuerte. Hay más pausas. En la Feria de Guadalajara he
visto cómo alguien le pasaba un papel a José Saramago cuando ya era
Nobel, diciéndole que terminara su charla porque tenía que pasar el
siguiente conferencista. La cultura tiene un ritmo lento y las ferias
son una aceleración artificial de ese ritmo.

EL ACTOR ARGENTINO ALFREDO ALCÓN
No lo olvidaré nunca ni dejaré de agradecerle que le haya dado vida a mi filósofo. Murió apenas un mes después que mi padre.
SOBRE “LA LITERATURA TURÍSTICA DE MICHEL HOULLEBECQ”
A él le ha interesado mucho el tema del turismo y dice una
cosa muy interesante que es que una tragedia del turismo es que de
pronto tiene pasado. Vas a un lugar y si siempre buscas lo mismo en ese
lugar, ya no es atractivo. Por decirte, si vas a la Riviera Maya,
visitaste las ruinas y tuviste un día de sol, si vas al año siguiente
ese lugar ya tiene para ti un pasado y enseguida te preguntas qué te
puede dar de nuevo. Lo que me gusta de las preguntas que Houellebecq se
ha hecho en torno a este tema, es cómo se renuevan los atractivos
turísticos. La primera opción sería una especie de Club Med, donde estás
obligado a ser feliz con todas las cosas que te tienen preparadas para
hacer. La segunda opción sería que en el lugar turístico hubiera un gran
festival de jazz o de cine de ciencia ficción. Es un poco así que se ha
ido renovando el turismo en un tiempo en que los viajes en masa han
sido excesivos. ¿Qué pasa con una zona que no se puede renovar?, pues
empieza a decaer y ahí viene la hipótesis que planteo en
Arrecife.
Por un lado ese lugar puede servir para que sea una ciudad fantasma
donde se lleve la contabilidad de hoteles que no existen, pero que
permiten lavar dinero en sitios lejanos. Por el otro, el protagonista de
la novela, Mario Müller, intenta crear programas de entretenimiento que
sean verosímiles en un país, México, en donde el miedo es un valor de
cambio bastante común y obliga entonces a crear una especie de turismo
arriesgado, destinado a sacar del tedio a las personas que necesitan más
adrenalina en sus vidas, con un peligro más o menos controlable.
SOBRE LA MEMORIA
El pasado va emergiendo y casi todo lo demás se va
diluyendo. Aflora el ayer para marcar todos los momentos del presente,
lo cual resulta muy interesante. También estoy muy en contacto con mi
padre (el filósofo Luis Villoro), que tiene 90 años y empieza a perder
la memoria, algo que fue muy importante para él. Ver eso que fue tan
rico y que se empieza a ir, es fuerte. Sí, la memoria es una obsesión
bastante marcada en lo que escribo ahora. Vivimos, además un tiempo en
el que tenemos muchas prótesis. Si te vas de viaje, la fotografía
digital te permite tomar por lo menos 600 imágenes que luego puedes
borrar. A veces no recuerdas bien el momento, el crepúsculo, el lugar
donde estabas, pero dices: no importa, tomé una foto. Lo mismo ocurre
con Internet. Me acuerdo la primera vez que me mudé a Barcelona y tuve
que elegir los 300 libros que me podía llevar. Ahora te lo puedes llevar
en iPad. Además, ahora esa es una decisión tonta, porque te equivocas
de todos modos. Cuando llegaron esos 300 libros a Barcelona, lo primero
que saqué fue
Enfermedades endémicas de la ciudad de México. Y
entonces me dije: ¿qué demente empacó estos libros? (risas). Es cierto,
el ejercicio de la memoria se está perdiendo, pero son capacidades que
seguramente serán sustituidas por otras. Por ejemplo, la velocidad de
búsqueda. Mi hija Inés, de 12 años, encuentra cosas en Internet con
mucha facilidad, muy rápido. Tiene una atención dispersa que opera en
varias direcciones y yo me tardo mucho, soy mucho más lineal.
LAS PROFESIONES FRUSTRADAS
Desde luego, me hubiera gustado ser músico de rock. Lo mismo
me frustra no haber sido futbolista. Ya después, con un impulso menos
juvenil, también albergué el deseo de ser médico, que es otra carrera
que me gusta mucho. Me gusta muchísimo el contacto con los enfermos,
estudiar el desarrollo de las enfermedades y el mundo de los hospitales.
Me gusta acompañar a los enfermos, ver la relación con el cuerpo y lo
que le sucede al enfermo. No digo que lo disfruto, porque eso sería
sádico, pero me interesa ese mundo.
SOBRE CARLOS FUENTES
No era cercano a Carlos Fuentes, porque por empezar creo que
era muy difícil ser alguien cercano a Carlos Fuentes. Fui muy cercano a
Carlitos, su hijo, que fue muy amigo mío. Tenía una relación rara con
México, porque se había criado en distintos países, hablaba
fundamentalmente en inglés, le gustaba como a mí mucho el rock y la
fotografía. Cuando conocí a Carlitos yo trabajaba en
La Jornada,
donde le publicamos muchas fotografías. Era un muchacho extremadamente
sensible, muy frágil, lastimado por el destino, era un poco como los
poetas románticos, de esos que sientes que no van a durar mucho, que se
van a consumir en su propia luz. Carlos Fuentes fue muy amigo de mi
padre, juntos hicieron una revista de izquierda que se llamaba
El espectador, en los ’50. Fue colaborador de
La Jornada, con una gran humildad frente al oficio. Nunca me voy a olvidar que cuando se cumplió un aniversario importante de
La región más transparente,
lo llamé para que escribiera un texto que hablara de su relación con la
ciudad de México. Y me dijo Fuentes: – Mira, hace 10 minutos me habló
Julio Scherer y me pidió lo mismo para
Proceso. Ni modo, me
dije, sintiéndome derrotado una vez más por el león del periodismo
mexicano, pero Fuentes, sin dudarlo, dijo que iba a hacer los dos
textos. Y escribió dos columnas sobre un mismo tema, totalmente
distintas.
MESSI NO ES MEJOR MARADONA
Para superar a Maradona no hay que ser sólo el mejor jugador
del mundo, hay que ser un mito viviente. Anotar un gol con la mano ante
los ingleses sin que lo note el árbitro, es una picardía. Decir que fue
la mano de Dios es crear un mito. Lo que hizo Diego para el fútbol
dentro y fuera de la cancha me parece insuperable. Además, Maradona se
alzó como campeón del mundo con un equipo que parecía no ser favorito y
dejó la impronta por supuesto incomprobable que en el Mundial de México
’86 casi cualquier selección hubiera sido campeona con él en la punta.
Nunca ningún jugador ha influido tanto en el desarrollo de un equipo. Lo
mismo hizo Maradona en Nápoles: tomó una escuadra que por más de medio
siglo no había ganado el scudetto y la llevó a los niveles más altos.
Esa capacidad de liderazgo dentro de la cancha y que pasa por las frases
de Diego, por su sentimentalismo, por la inmensa figura operística que
ha sido, creo que es inigualable. Messi es sin dudas el mejor jugador
del mundo actual, ha logrado proezas extraordinarias, pero para ser
comparado con Diego tan sólo en lo deportivo primero tiene que ganar un
Mundial. Juan Sasturáin escribió el maravilloso texto “Messi, autor de
El Quijote”, a partir de la copia del famoso gol de Diego, con la
diferencia sustancial desde luego que no lo es lo mismo burlar a media
docena de ingleses en un Mundial, después de la Guerra de Malvinas, que
burlar al Getafe.

LA AFICIÓN MEXICANA
La situación esencial del fútbol en México que es que
tenemos un público maravilloso, profundamente entregado, que no deja de
querer a un equipo bastante malo. Es un enigma, creo que de dimensiones
mundiales, determinar por qué México una afición tan leal, tan
entregada, cuando la selección permanentemente la defrauda. Alguna vez
dije que si hubiera un campeonato mundial de públicos México podría
llegar a la final, porque hacemos mucho más esfuerzo en las tribunas que
en la cancha.
EL FUTBOL DE LOS PERDEDORES
Los mexicanos nos hemos graduado en frustraciones. Martín
Caparrós, el biógrafo de Boca Juniors, decía en una crónica estar
sorprendido por esos países que no tienen ninguna posibilidad de arribar
a los primeros puestos van con tanto entusiasmo al Mundial. Para los
argentinos –decía Caparrós- siempre es un anhelo viable pensar en qué
tan lejos vamos a llegar hasta el título incluso. En cambio, para los
mexicanos el Mundial es interesantísimo aunque sabemos que no vamos a
hacer muchas cosas. Yo quería dignificar la vocación pasional por el
deporte en un país con pocos logros. Tú puedes ser muy aficionado a algo
que te da pocas recompensas, pero quedarte sólo en eso es mediocre,
victimista o masoquista. ¿Cómo Diablos hacemos para que el equipo juegue
un poco mejor? Bueno, vamos a usar nuestro mayor capital, que es la
pasión. No hay mejor ingrediente para un platillo que el cariño con el
que lo haces. Siguiendo esa lógica: vamos a mejorar el equipo usando
nuestra pasión. Esto sólo ocurre, claro está, en los cuentos infantiles.
En la realidad necesitamos otro equipo.

EL AMIGO FRANCISCO HINOJOSA
Pancho y yo compartimos departamento. Cuando dejé la casa de
mis padres, a los 18 años, me fui a vivir con Pancho. Él es un poco
mayor que yo y vivíamos en un espacio pequeñito como de cuentos de
hadas, era un antiguo garaje de una casa, no había pasillo, para pasar
al baño yo tenía que pasar por el cuarto de Pancho y él para pasar a su
cuarto tenía que pasar por el mío. Entonces, ninguno de los dos escribía
para niños. Somos muy amigos, hemos tenido una carrera bastante
paralela y desde luego que hacer literatura infantil en su compañía es
maravilloso. Yo lo llamo “El Grimm mexicano” (por los famosos autores de
“Hansel y Gretel”). Todos queremos ser el otro hermano Grimm. Si ya hay
uno, todos queremos ser el otro. Así que es fantástica mi relación con
Pancho. Él me ha dedicado un libro, yo le he dedicado otro…y así.
LA RUTINA DE ESCRIBIR
Una cosa que es para mí esencial es cambiar de género una
vez que concluyo un libro. Soy muy disperso por naturaleza, me interesan
muchas cosas al mismo tiempo, tengo una mente que debería someterse a
un zapping más controlado y paso con mucha facilidad de una cosa a otra.
Para no repetir las costumbres o los hábitos que adquieres con un
libro, pienso que lo mejor es cambiar de género. Cuando has estado en el
universo de una novela para adultos, lo más importante para irte a otra
orilla es ensayar un género totalmente distinto. Esto me ayuda a tener
tensiones, nervios y desafíos distintos y por lo menos no repetir las
soluciones. No puedo estar seguro de la calidad, pero sí puedo estar
seguro de ensayar cosas diferentes.
ESCRITOR MÁS ALLÁ DE LOS GÉNEROS
El ser humano ama las comparaciones. Si vas a ver una
exposición del mejor de los pintores, ante dos lienzos que te satisfacen
mucho, vas a tratar de encontrar tu favorito. Por eso existen Miss
Universo y el Mundial de Fútbol. Amamos las competencias, incluso
aquellas que entablamos contra nosotros mismos. La verdad es que no
pienso en cómo me puede ver alguien, porque me interesa escribir en
diferentes registros y trato de hacerlo conforme a lo que puedo hacer y
que consiste en responder a nervios que están dentro de mí y exigencias
que son muy diversas. En todo caso, para aquellos que dicen que soy
mejor cronista, debo decir que eso me gusta, porque la crónica opera en
el presente y si ese es el juicio de los contemporáneos me siento
tranquilo.
EL ESCRITOR GREGARIO
Creo que hay dos tipos de escritores. Por un lado están los
que quieren ser los únicos escritores en el mundo. Como la literatura
es un ejercicio solitario, esta situación estimula mucho las condiciones
egoístas. Luego hay otro tipo de autor al que le gusta leer a los demás
autores, tener relación con ellos, que no se ve tanto como una voz
única, sino se ve más como un instrumento de la época, como un
pararrayos que recibe energía y a partir de eso se considera menos el
autor absoluto de todo lo que hace y más el intérprete de energías
colectivas. Yo soy ese tipo de autor. Me gusta precisamente escribir
para niños entre otras cosas por eso. Para los niños no existen los
autores. El libro adquiere en manos de los niños una autonomía que
difícilmente adquiera en manos de los adultos y eso es muy gratificante
para un escritor como yo.
QUÉ LINDA ES BUENOS AIRES
Me gusta mucho Buenos Aires, es una de mis ciudades en el
mundo. Estoy muy emocionado con la versión que de mi obra ha hecho
Javier Daulte. Es una versión respetuosa, con lenguaje argentino y
encima estará protagonizada por Alfredo Alcón, algo que a cualquier
dramaturgo lo llenaría de una enorme ilusión.
DECENCIA, LA NOVELA DE ÁLVARO ENRIGUE
Decencia es un libro extraordinario, una desmitificación de
tantos valores nacionales con un sentido del humor muy corrosivo que ya
conocemos por las crónicas de Carlos Monsiváis y por la literatura de
Jorge Ibargüengoitia.
Decencia salió, además, en un momento
donde los Bicentenarios tan pomposos que tuvimos y el desgaste y el
deterioro de la sociedad mexicana actual, celebran saludablemente esta
indagación de Álvaro Enrigue acerca del enorme disparate que somos los
mexicanos. La novela de Álvaro dice: el problema de la Revolución es que
después de hacerla íbamos a seguir siendo mexicanos. Un personaje mío
en Los culpables dice: Soy mexicano, pero ya no lo vuelvo a hacer. En
fin, que me parece un libro espléndido ya desde su título, tan
provocador.
LEER POESÍA
Leo muchísima poesía y esto no lo digo para adornarme. Creo
que la literatura más significativa del siglo XX se alimentó de ella y,
en buena medida, la mejor poesía la podemos leer en las páginas de
Joyce, de Proust, de Faulkner, de tantísimos escritores. La obra de
Onetti o de Rulfo tienen un altísimo contenido poético. No me comparo,
pero es el tipo de literatura que me gusta.
JUAN VILLORO, EL AFABLE
Creo que los Libra somos patológicamente conciliadores, es
decir, no es una virtud, es una enfermedad. Por ejemplo, el checo Vaclav
Havel, que fue un opositor muy sólido a un régimen totalitario, aun así
tenía una enorme tendencia a conciliar con sus torturadores. Eso es
algo de lo que yo quisiera liberarme por momentos, pero ya forma parte
de mi naturaleza, no puedo ser de otra manera. A pesar de que soy muy
conciliador, siempre he dicho lo que pienso y tengo una actitud
independiente. Creo que un escritor debe hacer su juego en solitario. Es
absurdo pensar que uno requiere de otras personas para ejercer un
oficio que es el más solitario del mundo, no creo que sea necesario ni
válido estar dependiendo de otros.
JULIO CORTÁZAR, EL CRITICADO
La crítica argentina lo trata con excesiva dureza. Yo estaba
en la Universidad de Yale cuando se cumplieron diez años de la muerte
de Julio Cortázar y propuse que hiciéramos una mesa redonda sobre él y
Josefina Ludmer –que era la jefa del departamento y una gran crítica
argentina– me dijo que prefería hacer una mesa sobre Manuel Puig, porque
era el gran renovador de la literatura a través del pop, de géneros que
no habían entrado de manera canónica a la literatura (como el folletín,
los guiones de cine y todo eso), y que, para buena parte de la crítica
argentina, Cortázar era una especie de Salgari para adultos, un escritor
de aventuras intelectuales y sensuales, pero, a fin de cuentas,
superficiales, alguien que funcionaba como un autor de autoayuda para
los lectores jóvenes. En cierta forma, yo fui ese tipo de lector, porque
para mí Cortázar fue el escritor definitivo en mi adolescencia. Incluso
consideraba que sus libros eran una especie de tribunal del idioma. Si
tenía una duda sobre si escribir de una manera u otra, consultaba sus
libros para copiarlos. Y además me interesaba mucho no sólo su
literatura sino todo el mundo que lo rodeaba: quería enamorarme de una
muchacha como la Maga, oír discos de jazz, vivir en París, es decir,
quería agregarle un capítulo a
Rayuela, como tanta gente de mi generación.
LATINOAMÉRICA, TIERRA DE SUPERVIVIENTES
En México, Colombia o El Salvador se da esta sensación de
manera más extremada. Aunque no podría generalizar, tampoco conozco
tanto. Hablando de México sí, las nociones de agonía y de resistencia
muchas veces son intercambiables. No sabes si al hacer lo que está
haciendo una persona se está suicidando o está sobreviviendo. A veces
tengo la impresión de que México, más que una cultura del Apocalipsis,
es una cultura del post-Apocalipsis. Creemos que lo peor ya pasó y
quizás ésa es una de las razones de que tanta gente viva en la Ciudad de
México. No vemos los signos del desastre ecológico que nos rodea como
el anuncio de una catástrofe que va a venir, sino como el resultado de
algo terrible que ya pasó y donde nosotros la libramos de milagro.
Entonces nos sentimos satisfechos de estar del otro lado de la tragedia,
de que ningún mal sea directamente para nosotros, aunque estemos viendo
sus signos por todas partes. Es un autoengaño necesario para vivir en
una sociedad como la mexicana. La noción de la fragilidad de la vida
está presente en todo momento y la sensación de precariedad es enorme.
También por eso hay una enorme vitalidad en la cultura. Me interesan
mucho, por ejemplo, las crónicas de Nápoles en el siglo XVIII, cuando
estaba muy activo el Vesubio y había una enorme vida cultural. Cada día
podía ser el último y había que rescatar algo de esa experiencia tan
precaria. Para nosotros es igual, estamos al pie de un volcán, que
muchas veces es un volcán metafórico, no necesariamente el Popocatépetl,
pero esta sensación de vivir a la orilla del peligro produce el reflejo
de hacer cosas que no sean ese peligro, que se desmarquen de él y
perduren de otro modo.

EL OMBLIGUISMO MEXICANO
México ha sido muy ombliguista. La cultura mexicana te jala
tanto y está hecha de tantas mezclas de culturas que muchas veces hemos
preferido conocer Latinoamérica a través de los latinoamericanos que han
venido aquí, generalmente exiliados; me formé en la universidad con
profesores exiliados de casi todos los países de América Latina, pero
solamente viviendo en el extranjero entendí que formaba parte de una
comunidad más amplia que México, que era la latinoamericana. Cuando me
fui a vivir a Berlín Oriental, rápidamente trabé amistad con muchos
latinoamericanos y me pareció sorprendente que hubiera un archipiélago
de coincidencias, de emociones compartidas, de afinidades que nos podían
constelar como un grupo. Y lo mismo me pasó en Barcelona; es una
experiencia que he hecho fuera de México.
TODOS QUEREMOS SER BRASILEÑOS
Yo quisiera ser brasileño todos los días. Sí, de preferencia en el Botafogo. Vocacionalmente cualquiera quisiera ser brasileño.
OTRA VEZ, EL MÉDICO FRUSTRADO
Estoy perfectamente consciente de que si volviera a vivir,
no sería escritor sino médico. O sea que lo que quisiera ser, no puedo
serlo. Entonces, lo segundo que quisiera ser es escritor y dentro de eso
soy alguien muy disperso. A lo mejor, si vivo lo suficiente, esa
dispersión tendrá una ilusión de versatilidad. Tardo mucho entre libro y
libro y las novelas que escribo cambian mucho unas de otras, necesito
irme adentrando en ese mundo y luego escribir de él; me toma como siete u
ocho años pasar a otra novela y seguramente si escribo otra será el
mismo tiempo. Pero eso no me preocupa porque creo que cada literatura
tiene su ritmo y en cuanto a la percepción de ella, como le decía antes,
creo que es un tema de tahúres, como aparece en
El Quijote:
hay que repartir las barajas y esperar que el destino decida si eran
barajas fuertes o no. Lo único que uno puede hacer es su juego.
AMADO NERVO: INTELECTUAL Y POETA
Fue las dos cosas. Murió como representante del gobierno de
Carranza en un momento que el Presidente había lanzado por primera vez
en la historia de México una política exterior con raíz latinoamericana.
Antes que Amado Nervo, en Buenos Aires y en Montevideo estuvo Isidro
Fabela (1882-1964) como embajador, quien había sido Ministro de
Relaciones Exteriores. Nervo se había peleado con el carrancismo, pero
Carranza lo recupera, por su fama de poeta, para que ponga en práctica
una política panamericana. Leopoldo Lugones había dicho en Argentina que
los latinoamericanos somos tan pobres que lo único que tenemos para
intercambiar son poetas. Es la época de la diplomacia de los poetas.
Nervo murió escribiendo un ensayo sobre los derechos de la mujer, vivió
escribiendo en los periódicos, desde crónicas sociales hasta artículos
políticos. Claramente fue un intelectual y poeta de mucho éxito.
EL PASADO MEXICANO
Creo que el pasado de México tiene mucho futuro por delante.
La verdad es que el pasado no está cerrado. A veces pensamos que
debemos ver lo que sucedió con una idea de clausura, que no puede ser
modificado, pero todos estamos reconfigurando el pasado. Es importante
reconocer que las cosas tienen historia. Me gusta la etimología por eso,
detrás de una palabra, por ejemplo, hay una novela de aventuras que
llegó a definirla y lo mismo pasa con el sentimiento, hay una serie de
protocolos que nos permite aceptar una frase como la de Roberto
Cantoral: “Hoy quiero saborear mi dolor”. No es una idea del vacío,
viene del modernismo, pasa por Agustín Lara cuando dijo “mi novia es la
tristeza” y entronca en la canción romántica contemporánea.
CARMEN BALCELLS Y LA ÉPOCA
Carmen Balcells representó el nacimiento de una época y
muere cuando acaba esa época. El momento en que la industria editorial
está en crisis absoluta, en que los grandes grupos se hacen cargo del
mercado, cuando Cataluña tiene un proyecto de independentismo, lo que
hace pensar que Barcelona ya no será el centro editorial en español… Esa
idea del escritor como prócer cultural, como posible Presidente de su
país, el último de los cuales es Mario Vargas Llosa, ya no existe en la
actualidad. Representa el fin de toda una época. Ella fue muy importante
para dignificar el papel del escritor y ayudó mucho, de eso se habla
poco, a los autores de novelas populares a los que nunca les pagaban
nada y les robaban todas las regalías.
LAS NOVELAS DE WALLANDER
Me gustaron mucho las novelas de Wallander y también me
gustaba mucho el hecho de que hubiera diseñado una novela policial en un
país que no asumíamos como un país del crimen, revelando con ello que
la condición humana es igual en todas partes, incluso en Suecia, que
parece de antemano el mejor de los mundos posible.
EL CANDIDATO BRONCO
Creo que es importante que “El Bronco” haya llegado a ser
Gobernador porque se trata de un candidato independiente. Ojo, no es un
candidato ciudadano y en México debemos aprender a hacer esa distinción.
Para ser candidato independiente hay que cumplir tantos requisitos que
los único que lo logran son los políticos profesionales que encuentran
en la candidatura independiente un plan B. “El Bronco” ha sido un
priísta de toda la vida, veremos si es capaz de romper con esa tradición
y hacer una política ciudadana, ayudando también a que exista una
legislación que permita las candidaturas ciudadanas. Eso lo tiene que
demostrar. El hecho de que haya llegado al poder de manera heterodoxa,
como miembro del sistema, todavía no nos dice mucho de él.
ROBERTO BOLAÑO Y LA HISTORIA
Nadie dudaba del carisma de Bolaño pero lo tratábamos
naturalmente, con ese exceso de familiaridad demandado por el afecto y
el buen humor. No lo veíamos como una figura histórica, compartíamos
bromas y vivencias. Frecuentemente lo vi luchar en contra de la
aprobación, preocupado por la pérdida de su radicalidad y los
malentendidos que vienen con el éxito.
Los detectives salvajes ganó
el Premio Herralde en España y el Rómulo Gallegos en Venezuela, el
libro de Roberto comenzó a traducirse y a ser alabado por lo críticos.
Hasta ese entonces había estado orgulloso de ser un excluido, que no
necesitaba mayor reconocimiento que su propia opinión sobre sí mismo.
Nunca había conocido a alguien tan seguro de su propio talento. El golpe
maestro de Bolaño es mostrar que la vida en sí misma puede ser un acto
poético; sus detectives salvajes no tienen que escribir versos, es
suficiente con vivir con la libertad de imaginar para que la vida sea
poética.
EL PREMIO RAMÓN LÓPEZ VELARDE
Escribí la novela
El testigo, que trata del poeta, y
el Colegio Nacional publicó “Históricas pequeñeces”, mi discurso de
ingreso, que es un estudio sobre la influencia del poeta en la narrativa
y sus propias vertientes narrativas. Esto, desde luego, no significa
que yo merezca el premio, simplemente señala que cumplo con haber
tratado de mantener viva su flama. Abruma recibir un premio con la
palabra “poesía”. No me lo entregan por ejercerla sino por celebrarla.
Generosamente, premian por admirar.
EL VALOR DEL TESTIGO
En todo lo que escribo la narración ocurre en dos
velocidades: la acción y el comentario sobre la acción. Me interesa
mucho la figura del testigo, el personaje que ve las cosas sin ser un
espejo indiferente; un testigo de interés cuestiona su propia
fiabilidad, en qué medida podemos rendir testimonio genuino de lo que
vemos, puesto que son nuestros anhelos, nuestros nervios, nuestros
prejuicios los que nos hacen ver de determinada manera. Ser testigo no
sólo implica rendir testimonio sino convertir el testimonio en un
problema. Cualquier testigo mínimamente honesto cuestiona si las cosas
ocurrieron realmente como las vio. En un sentido moral o psicológico
profundo, es difícil que alguien diga: “soy el testigo certero”.
LOS MISTERIOS DEL BOXEO
En un cuento mío, “Campeón ligero”, toda la vida de un
hombre se estructura a partir de la culpa; necesita una actividad
compensatoria que lo libre de ese peso. Para mí, uno de los misterios
del boxeo no es tanto la capacidad de propinarle golpes a un
contrincante sino la capacidad de recibirlos. Buena parte del boxeo
depende de asimilar el castigo. El protagonista del cuento purga así un
crimen que cree haber cometido; cuando su mejor amigo le dice demasiado
tarde que es inocente, le quita la causa funcional de su vida.
AFORISMOS Y GREGUERÍAS
Soy un entusiasta de los aforismos como género, traduje los
de Lichtenberg, me gustan las greguerías de Gómez de la Serna y admiro
la condensación como recurso de estilo. En sentido estricto, Lichtenberg
no era un autor de máximas; desahogaba sus pensamientos en cuadernos y a
lo largo de los años, los mejores fueron recogidos por sus editores. Me
gustaría creer que Mihál y Dés tiene razón en el sentido de que, a
pesar de que
El testigo es una novela extensa, hay muchos
pasajes que terminan en un remate epigramático, donde la ironía trata de
condensar lo que se está diciendo. Me cuesta mucho renunciar a esto.
EL ENIGMA DEL TALENTO
Carecer de talento es una señal clara de que debes dedicarte
a otra cosa, por más difícil que sea aceptarlo. Pero tener talento una
vez y no repetirlo, es un enigma. Es el caso de todo autor, incluso del
que continúa escribiendo pero se pone a prueba y se somete a las dudas a
las que debe someterse todo escritor. La noción de inseguridad, de
incertidumbre, es un estímulo, un desafío, un reto.
LOS DOS LADOS DE LA TOALLA
En el principio de la novela
Materia dispuesta
defino de una manera un poco irónica a la gente: los que se secan con el
lado áspero de la toalla y los que lo hacen con el lado suave. Los
primeros son los hombres del instante, de la acción, los que ejecutan y
de alguna manera son los triunfadores en la sociedad contemporánea. En
cambio, los segundos son los que se sitúan en el anhelo del futuro o en
los recuerdos del pasado, más en la imaginación que en la realidad;
están en un interregno donde las cosas no suceden del todo o ya
sucedieron. Como la mayoría de los escritores, me seco con el lado suave
de la toalla.
ENTRE EL CUENTO Y LA CRÓNICA
Comencé escribiendo cuentos y no pensé que me dedicaría
posteriormente a la crónica. Por lo general, la evolución de quienes
practican ambos géneros es la inversa: empiezan haciendo periodismo y
luego se dedican a la literatura. El primer testimonio que escribí que
no contenía ficción —al menos de forma deliberada— es la estampa de
Augusto Monterroso. Es sintomático que mi primer texto de no-ficción
tuviera que ver con mi maestro en la ficción. En su momento pensé que
sería algo casual, pero con el tiempo me atrajo cada vez más la idea de
ensayar ciertos recursos de la ficción en la realidad. Hay también una
razón psicológica para ello. Como escritor de ficción uno está rodeado
de libros y personajes, lo que en ocasiones puede conducir a una
sensación de aislamiento y claustrofobia. Sin embargo, esto no es
aplicable a todos, por ejemplo Jorge Luis Borges se sentía muy bien en
su biblioteca; ahí estaba el universo entero para él. En cambio, otros
autores, como Ernest Hemingway, requerían vivir en condiciones extremas
para poder escribir. En mi caso, hay un punto intermedio entre estas dos
actitudes. Ahora veo mi actividad en la crónica y en la ficción como mi
mano izquierda y mi mano derecha; son complementarias.

ENTRE LA VEROSIMILITUD Y LA VERDAD
La verosimilitud siempre es un problema literario. Cuando
uno narra un hecho real a veces enfrenta el dilema de tener que
desdramatizar los hechos para que sean más creíbles. Por ejemplo, cuando
alguien describe una realidad como la mexicana tiene que establecer un
contexto sólido para que sea verosímil. Si pensamos en los
acontecimientos políticos de México —que suelen ser tan barrocos y tan
surrealistas—, es necesario crear una cadena de sensatez para que puedan
ser comprensibles. El criterio de verosimilitud en la ficción es a
veces más fácil de manejar que en la crónica, pues uno puede establecer
las coordenadas de su propio universo. No debes hacer creíble algo que
sucedió con arbitrariedad, sino impedir que ocurra con arbitrariedad.
LOS HECHOS REALES DE LA LITERATURA
Toda la literatura surge de situaciones reales. Sería
impensable una novela sin el menor asidero con la experiencia del autor.
Hace algunos años me tocó traducir un texto autobiográfico de Stanislav
Lem y fue interesante descubrir que cuando él estaba escribiendo la
novela
Solaris encontraba vínculos psicológicos profundos con
la sensación de aislamiento que padeció durante la Segunda Guerra
Mundial en el gueto de Varsovia. Es una circunstancia difícil de
extrapolar pues son escenarios muy distintos, pero para Lem era algo
psicológicamente equivalente. Si esto es válido para una novela de
ciencia-ficción, más para mí.
El testigo describe a una parte
de mi familia paterna dedicada a fabricar mezcal, que se vio perjudicada
por el reparto agrario y se alimentaba continuamente de un tiempo
perdido que quizá nunca existió, pero que había perfeccionado hasta el
detalle con su nostalgia; esto lo transfiguro en
El testigo.
Fue importante incluir también herencias de parte de mi familia materna y
de las cuales ya había hablado de forma lateral en Palmeras de la brisa
rápida. Un viaje a Yucatán. Hice como un maridaje entre dos familias
que nunca se conocieron.
FICCIÓN Y VERDAD
Me gusta mucho la definición de Juan José Saer que cito en el prólogo de
Safari accidental:
afirma que la ficción no es lo contrario a la verdad sino que es sólo
una verdad inverificable. En ese sentido, el relato que nos cuenta la
ficción es parecido al relato religioso: un milagro es inverificable y
es cuestión de fe creer en él o no. En el caso de la ficción, que
también es inverificable, la creencia no es cuestión de fe sino de
verosimilitud. Quienes creen en los milagros estructuran su trato con la
realidad a partir de esto, de la misma manera en que quienes leen
ficciones llevan dentro de sí un imaginario que forma parte de la
realidad. Algunas fábulas, como las leyendas del rey Arturo —que no se
han podido constatar en la vida real—, conforman el imaginario de
occidente. Muchas veces, cuando recordamos una época específica, son más
determinantes las situaciones conocidas a través de una novela que a
través de un libro de historia. Esto va configurando verdades falsas que
acaban siendo realidades.
VILLORO MADURO, AL VILLORO JOVEN
Primero que nada le diría que no tenga prisa. Creo que una
de las características esenciales de la juventud es el deseo de
velocidad, de llegar a la vida adulta lo antes posible y tratar de
encontrar allí un sitio. Los jóvenes, en general, hemos sido
precipitados. Esto se enfatizó en mi caso porque la generación
inmediatamente anterior a la mía, que fue la generación de José Agustín y
otros escritores, había sido naturalmente precoz y además estaba de
moda la cultura juvenil: José Agustín comienza publicando en los ‘60,
justo cuando la juventud cambia de registro, tiene una voz propia, la
literatura empieza a incorporar expresiones coloquiales, la mirada de
los protagonistas es una mirada adolescente y ser joven se convierte en
una categoría cultural dejando de ser una categoría biológica. Todo el
movimiento del rock y la contracultura de los ‘60 pone en escena a la
juventud. Entonces, vengo inmediatamente después que esta generación y
desde muy chavo me doy cuenta de que se puede ser escritor a los 22
años, como lo era José Agustín, y, además, hay una cierta moda que
permite esto: se crean becas para jóvenes, editoriales para jóvenes… La
Editorial Joaquín Mortiz, que era la mejor editora de literatura en
aquella época, empieza a aceptar manuscritos de gente joven y publico mi
primer libro a los 24 años. Entonces todo el clima apuntaba a la
velocidad y a tratar de expresarte lo antes posible.

UN VIEJO DECRÉPITO DE 30 AÑOS
Bob Dylan había dicho que no había que confiar en alguien
que tuviera más de 30 años. Cuando cumplí 30 años me di cuenta que tenía
razón porque me sentí un viejo decrépito. Nunca he sido más viejo que a
los 30 años porque si la edad es algo mental, ahí fue cuando sentí que
realmente había dado el viejazo, justamente por lo que vengo diciendo:
porque había una cultura de la juventud muy extrema de la que yo formaba
parte y con la que me quería identificar. Mis cuentos de
La Noche Navegable
son de gente joven que está descubriendo los protocolos del mundo, la
manera de comportarse, muchas veces está desorientada pero confiando con
enorme romanticismo en encontrar una salida y una solución. Entonces
yo, a los 60 años, le diría a este joven: “No tengas prisa, hay tiempo
para todo”. Pero eso sólo lo sabes, y es una paradoja, cuando ese tiempo
ya pasó.
LA VEJEZ MARAVILLOSA
Creo que la vejez es una edad que puede ser maravillosa
respecto a la sabiduría y, también, te da el beneficio incomparable de
poder cruzar muchas edades. Creo que una de las grandes riquezas de la
vida es ir aumentando edades sin perder ninguna. O sea: una persona de
80, si es suficientemente sabia, no deja de ser el niño que fue a los 5
años, el adolescente de 16, el joven de 24, el hombre maduro de 40, etc.
Entonces, espero a los 80 años poder tener una mayor acumulación de
edades, pero pues esto nadie lo sabe, nadie tiene el futuro comprado,
entonces mi primera sorpresa será seguir vivo.
MÉXICO, EL PACIENTE DE TERAPIA INTENSIVA
A México lo imagino más bien como a un paciente de terapia
intensiva, no necesariamente de una edad específica; puede ser un niño,
puede ser un adulto pero lo importante es que está muy necesitado de
alivios. Lo veo así: como un paciente de terapia intensiva con un muy
mal pronóstico de salir adelante. Estamos en un país que te preguntas si
vale la pena que exista. Tan desastrosa es la situación. Es muy difícil
ahora concebir una esperanza más o menos tangible, que nos parezca
realizable. Me parece que una de las peores crisis que puede tener un
país es no solamente la de estar mal, sino la de perder expectativas de
cambio. Porque ha habido momentos muy difíciles en México que, sin
embargo, han tenido como complemento aventuras sociales importantes.
Movimientos como el cardenismo en los años ochenta y la posible victoria
de Cuauhtémoc Cárdenas en el 88, el movimiento zapatista del 94 y
aunque el zapatismo sigue siendo un ideal muy válido en la zona donde
están reinventando la vida diaria, hoy no vemos, a nivel nacional,
grandes aventuras de transformación. Entonces tenemos una sociedad
corrupta, impune, desigual, donde la mayoría de la gente vive en
pobreza, y, al mismo tiempo, es difícil encontrar una ventana de
esperanza en un partido político, en una opción ya constituida,
entonces, en ese sentido, este enfermo de terapia intensiva no encuentra
un doctor que diga ‘aquí está el remedio’; es más, ni siquiera tiene la
posibilidad de decir ‘hay un tratamiento que me va a sacar de aquí’. Es
una situación que parece terminal… pero bueno, la esperanza es lo
último que se pierde y ojalá seamos capaces de fraguar alguna opción de
cambio.

EL MIEDO A REPETIRSE
Me da pavor la repetición, me parece un infierno tremendo.
Creo que una manera de tratar de ponerme a salvo es cambiar mucho de
género, porque si tú escribes un cuento para niños y luego escribes un
ensayo sobre Cervantes y luego te metes en una obra de teatro, es muy
difícil que con el impulso adquirido de cada una de estas obras, te
adentres en la siguiente. Es como si estuvieras haciendo una receta: si
sólo haces pasteles, es mucho más probable que el siguiente pastel se
parezca al anterior. En cambio, si terminas de hacer un pastel y luego
te lanzas a hacer un estofado, pues ya los ingredientes son tan
diferentes que, aunque seas el mismo tipo de cocinero, ‘algo’ tiene que
cambiar, forzosamente. Eso me pasa a mí. Pero también creo que tiene que
ver con algo irremediable -no sé si es un problema o no-, una
incapacidad psicológica de dedicarme sólo a una cosa y ver una cosa de
una sola manera. Tengo una atención muy dispersa. Me gustan muchas cosas
al mismo tiempo. Empiezo a leer algo y sigo leyendo por otro lado. No
sé si esto sea una patología, una forma demasiado confundida de
relacionarme con el mundo, pero me cuesta mucho trabajo quedarme en lo
mismo mucho tiempo. Me intereso muy rápido y también me aburro muy
rápido y esto hace que de pronto sienta que si ya estoy escribiendo
historias de ficción, vale mucho la pena meterme en historias de no
ficción y, así; la realidad me jala para muchos lados a la vez.

EL ENIGMA DE LA REALIDAD VIRTUAL
Estamos en una fase iniciática, tanto que aún no sabemos muy
bien a dónde nos va a llevar la realidad virtual. Me parece muy útil
que exista el libro electrónico, pero prefiero el de papel por muchas
ventajas: una relación atávica con el material, un gusto táctil por las
hojas, el olor de la tinta. Creo que es complementario y muy necesario
que existan libros recargables que te ahorran espacio y evitan que se
gaste tanto papel y, además, que los libros de consulta estén allí un
rato y luego los puedas borrar… en fin, hay muchas maniobras que te
permite el libro electrónico que son muy útiles y que se complementan
bien con el libro el papel, aunque cumplen funciones diferentes. Más
complicado es el universo de Internet, las redes sociales, todo eso es
ya una manera de comunicarnos que sí está alterando mucho los hábitos
contemporáneos. Ahí sí y veo cambios muy fuertes. El libro electrónico
no creo que haya cambiado demasiado nuestra relación con la literatura,
pero las redes sociales sí están cambiando toda la cultura de la letra,
la forma como nos comunicamos, nos informamos, nos odiamos, nos amamos…
estamos aprendiendo nuevos lenguajes. Parte interesante de las redes
sociales es que los movimientos sociales tienen hoy un poder de
convocatoria del que antes carecían…

QUÉ PASA CON LA IZQUIERDA MEXICANA
Este parecería ser un país modelado para tener una izquierda
importante, porque es un país con 60 millones de pobres, 20 de ellos en
pobreza extrema, con una desigualdad enorme, donde hay mucha
discriminación porque en México, todavía, si a alguien se le dice
‘indio’ pues no es un elogio, sino muchas veces un insulto, un país
machista… entonces uno pensaría que un proyecto incluyente, moderno,
tolerante y que se apegue a la justicia social, pues podría ser muy
atractivo ¿no? Desgraciadamente la izquierda real que tenemos ha
dilapidado esta posibilidad, ya sea porque se ha convertido en una
izquierda burocrática, como el PRD, o en una izquierda caudillista, como
MORENA. Hay virtudes en estos movimientos: creo que los gobiernos en la
Ciudad de México han tenido logros importantes y podemos vivir con
algunos avances liberales tan significativos como los matrimonios de
convivencia, la despenalización del aborto… todo eso es muy importante,
pero al mismo tiempo no hemos podido tener, sobre todo a nivel nacional,
una izquierda real, autocrítica, honesta, democrática y sobre todo,
eficaz.

LA TELEVISIÓN, UN PROBLEMA GRAVE
El tema de la televisión es muy grave. En la novela
El Testigo
digo, parafraseando a Marx, quien dijo que “la historia ocurre dos
veces, primero como tragedia y luego como comedia”, aquí digo que
“primero ocurre como tragedia y luego como telenovela”. Realmente
tenemos un país que parece regirse por la telenovela, comenzando por el
hecho de que nuestra Primera Dama es una actriz de telenovela y porque
los montajes televisivos se han convertido en una manera de impartir
justicia, si pensamos en García Luna durante el sexenio de Calderón,
donde hacía que se actuara la justicia ante las cámaras, como en el caso
de Florence Cassez o la liberación de Rubén Omar Romano, entrenador del
Cruz Azul… entonces, todas estas cosas nos hablan de una sociedad del
espectáculo muy deteriorada, donde los valores tienen que ver más con
los mensajes rápidos de la televisión que con la reflexión, el análisis,
etcétera. Tenemos un Presidente que no pudo decir los nombres de tres
libros, pero probablemente podría haber dicho los nombres de muchas
telenovelas y eso es más grave todavía.

NO HABRÁ OTRO BOOM LATINOAMERICANO
La cultura de la letra no tiene ese peso simbólico que tenía
antes. Puede haber más lectores ahora, en cantidad estadística, pero la
importancia, la centralidad que tenía la cultura de la letra, ya no la
tiene. Luego, fue un momento en que hubo un despunte editorial muy
grande, básicamente en Barcelona. Por primera vez, escritores de
distintos países de la lengua española formaron parte de una plataforma
de circulación muy amplia. Hoy eso es muy difícil. Primero que nada
porque entonces había la posibilidad de localizar a unos diez autores
representativos de sus países y ahora hay cuatro mil escritores, todo se
ha fraccionado muchísimo. Por otra parte, ya no hay un solo polo de
lanzamiento de la literatura, como lo fue Barcelona, sino que hay
editoriales de todo tipo y en muchos registros. De repente, un bloguero
es mucho más importante que alguien que es un premio nacional en
determinado país. Otra cosa importantísima para el Boom fue La Habana.
Tuvo dos capitales el Boom: en el sentido de la industria editorial fue
Barcelona, en la creación de la figura del agente literario, muy
importante con Carmen Balcells; toda esta profesionalización, toda esta
inserción de escritores de calidad en la gran circulación de libros,
pasó por Barcelona. Y luego estaba La Habana, como centro de confluencia
política y de discusión de proyectos para toda América Latina; aunque
después hubo discrepancias políticas, la mayoría de los autores del Boom
se reunió allí con muchos otros autores y se convirtió el lugar en un
centro de reinvención de una idea de lo latinoamericano y eso es
imposible hoy en día. No hay un país, no hay un movimiento que aglutine a
los escritores y, es más, los escritores se han alejado mucho de la
participación pública, de la participación social.

EL ESCRITOR EN UN FARO SOLITARIO
El escritor -y esto también es un fenómeno de la
globalización- ha tendido a buscar su pequeño nicho individual y a
escribir desde allí, más escribir desde un faro solitario que desde una
asamblea comunitaria. Y para acabar, todo eso tenía que ver con las
grandes pulsiones de cambio de los ‘60; son los años de la
contracultura, de la Arcadia socialista que todavía está en boga, la
recuperación del campo, las nuevas formas de coexistencia como las
comunas, la revolución sexual, las drogas como una apertura cognoscitiva
y no como el narcotráfico que hoy padecemos. Las utopías estaban
floreciendo; hoy todas se han marchitado. En aquel entonces el escenario
era muy diferente. Creo que se puede escribir con mucho gusto y ser muy
feliz en el oficio, pero esta idea de que hay un movimiento tan
representativo de los escritores no me parece viable y tampoco me parece
necesario.
EL VALOR DE LOS FILMES DOCUMENTALES
Nuestra realidad se presta casi como ninguna otra para el
documental. A medida que nos vamos encandilando e hipnotizando por la
realidad virtual, de pronto tenemos un déficit de realidad. De pronto la
gente dice: “bueno, dónde está el mundo de los hechos, donde suceden
las cosas… Llevo horas representándome a mí mismo con un alias, con un
password en distintos sitios de Internet y dónde está la realidad…”
Entonces, de pronto llega alguien que te dice que hay un documental
sensacional, sobre distintos temas, y ves
Los ladrones Viejos,
de Everardo González, que me parece extraordinario, ves estas rebanadas
de realidad que te da el documental y eso me parece muy significativo. Y
bueno… dije América Latina, pero acabo de ver un documental sobre Keith
Richards que me pareció buenísimo. Me gustó el de Nina Simone, no tanto
el de Amy Winehouse, como el de Kurt Cobain, de los de rock.
EL MOVIMIENTO DEL GRUNGE
El Grunge fue el último gran movimiento musical. Pero
volvamos a las redes sociales: ellos todavía pertenecieron a la época de
los estudios de grabación, hoy se acabaron los estudios de grabación,
internet acabó con la industria de la música, hay tres mega-consorcios
de música, entonces la circulación de la música está pulverizada. Hace
poco hice unas declaraciones que le molestaron mucho a algunos rockeros
en México, porque yo decía lo mismo que tú estás diciendo con el Grunge:
desde Caifanes, Café Tacuba, Molotov, no hay grupos que tengan una
repercusión social tan grande como ellos. Allí quedó la declaración,
pero el comentario más amplio sería que no hay repercusión así, porque
las formas de circulación que tuvieron estos grupos ya no existen.
SER DEL NECAXA
No, pos le voy al Necaxa por masoquista porque imagínate tú,
un equipo está en el cielo y el otro en el infierno. Naturalmente, el
Necaxa está cerca de mí porque es el equipo de mi infancia… también el
Barcelona, pero el Barcelona fantasmagóricamente porque mi papá nació
allí, me regaló un llavero y me hablaba del Barcelona, vimos al
Barcelona cuando vino a México en el 69, cuando no había la inmediatez
que ahora te trae la televisión satelital.
LA LITERATURA DE JUAN CARLOS ONETTI
Es un hombre que nunca hizo concesiones hacia lo que podría
ser un gran público. A él le encantaba la novela negra, pero jamás
pensó en hacer una novela con una trama nítida, claramente comprensible.
Su literatura de atmósferas muchas veces agobiantes no me parece
complicada, pero sí reclama un lector comprometido, afectivamente
dispuesto a sobrellevar la angustia, la soledad, el encierro, los
descalabros monumentales de Onetti.
LA PASIÓN ALCOHÓLICA DEL FUTBOL
Mi pasión por el futbol es irremediablemente alcohólica,
porque creo que es muy difícil ser aficionado al futbol y no tener un
grado de adicción un tanto enferma. Me gusta mucho la palabra italiana
“tifoso” porque habla de la enfermedad del futbol; comienzas a organizar
tu vida en función de los partidos, piensas todo el tiempo en ellos… Mi
visión sobre el futbol está contaminada con todo lo que he leído,
efectivamente con mi padre que fue filósofo y porque él me llevaba a los
estadios.
LUIS VILLORO, MI PADRE
cuando me preguntan de qué enfermedad murió mi padre tengo
que responder que de ninguna. En realidad no estaba enfermo de nada,
aunque tenía varios achaques combinados. Se murió de calendario, tenía
91 años y murió en su cama, lo cual constituye una muerte tranquila y
buena, siempre y cuando pensemos que una muerte puede ser buena. Tuvo
una vida larga, pero desde que murió nos hace mucha falta…
EMMANUEL CARBALLO, EL INTELECTUAL DEL FUTBOL
Cuando llegó a la capital se encontró con un ambiente snob e
hipócrita en el que los intelectuales no hablaban de futbol y era el
momento del Mundial de Inglaterra, el país donde se inventó este
deporte. Era 1966 y Emmanuel Carballo escribió un artículo donde se
preguntaba cómo podía ser que los intelectuales mexicanos ignoraran el
Mundial. O desconocen que el futbol es una de las grandes formas del
espectáculo moderno o son hipócritas y snobs y no se atreven a hablar de
futbol en público, decía. Las cosas han cambiado afortunadamente mucho
desde entonces. Hay menos complejos respecto a la cultura popular y a
formas de representación de la realidad que tienen que ver más con
energía del pueblo que con una concepción de la alta cultura.
EL CARISMA DEL PIOJO HERRERA
Me parece una persona muy carismática que genera mucha
confianza en sus jugadores. Lo conocí en una concentración del Atlante
cuando él era futbolista, en un vuelo del equipo y me pareció una
persona extraordinariamente simpática que se relacionaba
extraordinariamente con todo el grupo. Se pasó todo el vuelo parado en
el pasillo, haciendo bromas a sus compañeros, y todo eso creo que lo ha
trasladado a la dirección técnica. No sé hasta qué punto lo podemos
considerar un estratega taimado, muy seguro, que tiene un arma secreta
para el torneo. Ciertamente ha sido un motivador en un momento en que la
selección mexicana estaba desinflada, pero la verdad es que el
entusiasmo no basta para pasar a la siguiente ronda.
LA CIUDAD CONGESTIONADA
En una ocasión, una amiga me dijo que iba a pasar por mi
hija, que le preparara la almohada de la niña. Yo pensé que en su casa
iba a hacer una piyamada. No, la almohada era para que mi hija se
durmiera en el trayecto a su casa. Dos o tres horas de camino, según la
suerte del día. Así de caótico e infernal puede ser nuestro tráfico. Hay
quienes consideran que la calidad de vida en el Distrito Federal
depende de estar en un lugar donde no hay tráfico, o poco tráfico. Sin
embargo, para llegar a esos lugares de poco tráfico hay que atravesar
una ciudad congestionada.
VIVIR DE ESCRIBIR
Tengo la ventaja de que puedo vivir de escribir. Me quejo de
la cantidad de cosas que tengo que escribir, pero es increíblemente
superior poder vivir de lo que uno escribe, que vivir de administrar lo
que otros escriben. Eso es terrible. Sé que hay gente a la que le gusta
hacer eso. Hay grandes editores, que por eso lo han sido. Son gente que
disfruta no sólo aceptar sino también rechazar textos porque es a lo que
se dedican. A mí eso no me gusta. Hace mucho que salí de
La Jornada y no he vuelto a esos campos.
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