PARÍS


0:08 - Notre-Dame Cathedral (1896)
0:58 - Alma Bridge (1900)
1:37 - Avenue des Champs-Élysées (1899)

2:33 - Place de la Concorde (1897)
3:24 - Passing of a fire brigade (1897)

3:58 - Tuileries Garden (1896)
4:48 - Moving walkway at the Paris Exposition (1900)

5:24 - The Eiffel Tower from the Rives de la Seine à Paris (1897)
The original restored black and white video is from Guy Jones:
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VÍDEO SOBRE PARÍS


NOTRE DAME 

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Centro George Pompidou

NACIMIENTO DE UN CONCEPTO REVOLUCIONARIO

En 1969, el presidente Georges Pompidou designa la explanada de Beaubourg como el lugar elegido para la construcción de un tipo de centro cultural multidisciplinar inédito hasta entonces.Se trataba de dar un nuevo impulso a varios proyectos que se reunirían en el futuro centro cultural: la construcción, en el centro de París, de una biblioteca pública con sala de lectura de acceso gratuito (la BPI); la rehabilitación del musée national d'art moderne (MNAM), instalado en los locales demasiado exiguos de un ala del Palais de Tokyo; el proyecto de un centro de creación musical (IRCAM) organizado de acuerdo con los criterios del compositor francés Pierre Boulez. Además de la creación de una nueva biblioteca y del traslado del museo, el proyecto incluía las actividades del centre d'art contemporain, instalado en la calle Berryer, y el equipo que, junto con François Mathey, había desarrollado una política dinámica de exposiciones de arte contemporáneo en el musée des Arts Décoratifs.

NOTRE DAME





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ESPECTÁCULO NOCTURNO




LA TORRE EIFFEL 


 




Fotos: Pedro Taracena Gil

GALERÍA DE IMÁGENES











 











10 IMPRESCINDIBLES


La Ville Lumière





París 2008. Foto: PTG


Pedro Taracena Gil
París
Un relato de seducción

Porqué estoy tan enamorado de París. Qué tiene París que tanto me seducen sus rincones. Nunca me perderé, porque cuando no sepa dónde estoy o a donde ir, me hallaré en París.

Esta grandiosa cuidad, es la capital del mundo. Además, es centro y origen de muchos logros de la humanidad. La libertad, la revolución, la moderna república, los derechos del ciudadano, la enseñanza laica, Mayo del 68... Sin mencionar su aportación a la arquitectura, su forma de tratar la naturaleza... La escultura, la pintura, la vida bohemia, la universidad... La estética, la moda, los perfumes... Es la ciudad de la luz y es la ciudad del amor. Es como si los cuerpos enamorados se vistieran de luz y nada más que de luz...



Es una ciudad sorprendente por su Grandeur. Aquí han dejado su huella personal, el imperio y la república. Es una ciudad osada en su construcción. Osadía puesta al servicio de las grandes obras. Fue una osadía la Tour Eiffel y es una osadía la Grande Arche de la Défense. Fue una osadía la catedral de Notre-Dame de París y el Pont Alexandre III. Y es una osadía el Centre Pompidou y la Piramide de la Place du Carrousel. Es una osadía la nueva biblioteca y el nuevo museo de la ciencia.
Es la ciudad de los contrastes. El París bohemio y cultural de La Seine, La Cité, Saint Germain, La Sorbonne, Todo es París. L’ Avenue des Champs-Elysées, la Place de la Concorde y la Rue de Rivoli, también son París.
París comprende, también, a los clochard, en las orillas de la Seine o en cualquier rincón de cualquier parque de la cuidad.
La iglesia de la Madeleine, el Panthéon, los Invalides y el Arc de Triomphe, toman parte del París de la Grandeur. Pero Saint Julien le Pauvre en el Quartier Latin y la Colline de Montmatre con sus bohemios pintores, también, son París.




 Se pueden escuchar impresionantes conciertos de música clásica, antigua, canto gregoriano o un recital de Paul Claudel en cualquier templo o en la catedral. Y también se puede sentir el transeúnte aliviado de su estrés, en los coches, andenes y pasillos del metro por orquestas y solistas improvisados, o por una música de acordeón entonando alguna melodía del eterno París.
En la Ville de París, se encuentran grandes museos, monumentos al saber y al arte del género humano: El Musée de L’Homme, el increíble Louvre, el Musée d’Orsay, el Musée Rodin, la Cité des Sciences de la Villette...Todos ellos son sedes de la belleza y conservan las obras eternas realizadas por el hombre. En su mayoría, es Francia la que ha generado tanto arte, tanto saber.



Toda la ciudad está sembrada de huellas que han dejado los grandes pensadores y escritores de todas las épocas. Aquí conviven la Francia de Jean Paul Sartre y Paul Claudel, la de Albert Camus y George Sand, la de Victor Hugo y Georges Brassens, la de Voltaire y Jeanne d’Arc. Aquí se funden; dando testimonio de su Grandeur, la Francia revolucionaria, la Francia monárquica y la Francia republicana.
El Sena se deja atravesar por el Pont Neuf, en la Cite, por el Pont Iéna en la Tour Eiffel, por el Pont St. Michel en el Quartier Latin y por el Pont des Arts, que es de madera y solo lo utilizan los visitantes que, viniendo del Louvre, pasan al Barrio Bohemio. La ciudad aglutina la iluminación vanguardista del Cour Carrée y la humilde iluminación de la librería Shakespeare & Co, situada enfrente de Notre Dame. La radiante iluminación de los cruceros que surcan el Sena por la noche, contrasta con las románticas luces de los faroles de los márgenes del río.




Conviven en París, los espectáculos del Moulin Rouge, el Lido o el Crazy Horse, con los recitales del Olympia y la puesta en escena de una obra interpretada por Carmen Maura en el Palais Royal o una obra clásica en el Theatre de la Comedie, de cuyo teatro ha sido primera actriz, la española María Casares. L’ Ópéra de París, la sola visita al teatro vacío, es suficiente para estar contemplando uno de los foros líricos más bellos del mundo.
Aquí encuentran su lugar, la suave y evocadora música de un acordeón y una batería de percusión de un grupo de jóvenes negros en el metro o en las orillas del Sena. París se identifica con Edith Piaf, igual que con J. Halidy o Françoise Hardy.



Después de estas reflexiones, mi pregunta, tiene fácil respuesta. En cualquier rincón de París, me siento identificado con la ciudad. Pero algunos lugares, como sucede en casa, me reencuentro más que en otros, con la ciudad de mis sueños: En el Musée Rodin, ante la escultura del beso. Sentado en un banco del Pont des Arts. Paseando por la Rue de Rivoli; contemplando el Pavillón Richelieu del Louvre. Tomando fotografías de mi modelo preferido el Pont Alexandre III. Ojeando libros en la librería Shakespeare & Co en el Quartier Latin. Tomando el sol, cuando el astro rey hace esa gracia, en el Jardin des Tuileries. De compras por el Carrousel del Louvre o perdiéndome en el Forum du Halles. Tomando un café en las terrazas de las Brasseries de Saint.-Germain des Prés. Cómo no, la Colline de Montmartre, la cuna de los pintores bohemios, El Sacre Coeur, su funicular y la Place Pigalle...



Francia proyecta su Grandeur sobre París. La Grandeur de la France, puede ser una ilusión de las glorias pasadas, un espejismo de su imperio, pero su proyección, aquello que percibimos quien visita París, es una realidad tangible. Es una realidad la Tour Eiffel, es una realidad, el Arc de Triomphe, es una realidad los monumentales puentes sobre el Seine. Es una realidad la magnitud de sus calles, bulevares, plazas y paseos. Es una realidad el tamaño de Notre Dame, de la iglesia de la Madeleine y del Mairie de Paris u Hötel de Ville.
Es una realidad el gigantesco recorrido que se puede realizar, desde el Arc de Triomphe du Carrousel, hasta La Défense; pasando por el Jardin du Carrousel, el Jardin des Tuileries, la Place de la Concorde, l’ Avenue des Champs Elysees, la Place Charles de Gaulle (Étoile), la Avenue de la Grande Armée, la Place de la Porte Maillot, l’ Avenue de Neuilly, la Avenue Charles de Gaulle y por último el colosal barrio de la Défense con el vanguardista Arche de la Défense. Y el inmenso y popular Boi de Bologne.



Sin ánimo de exagerar, la Grandeur se proyecta en toda iniciativa arquitectónica, urbanística y escultórica. Como ejemplo sirva la pirámide de acceso al Louvre y al Carrousel. Es una obra grandiosa, futurista, y tremendamente funcional. Respetuosa con lo clásico y cimentada sobre las fosas medievales. De la fortaleza de Philippe Auguste, Capaz de albergar: anfiteatros auditorios, galerías de arte, garaje para autobuses y vehículos, salas de exposiciones, tiendas de todo tipo, bibliotecas, servicio de consigna y de accesos para minusválidos, bares y restaurantes. Y todo bajo tierra y en el corazón de París. Encima, sobre la superficie, siguen los Jardins des Tuileries. De toda esta magnífica obra, exteriormente, es testigo la gran Pyramide de arquitectura de cristal, en el centro del Cour Napoleon. A través de ella, se accede al gran vestíbulo del Louvre, desde el cual se contempla las tres entradas posibles al museo: Aile Richelieu, Denon y Sully.



Es la Grandeur del pasado que se proyecta como inversión para el futuro. El Louvre, se ha hecho más atractivo, más cómodo y más funcional para el visitante y sobre todo garantía para un sinfín de negocios que han surgido a su alrededor. París es la Grandeur del pasado y la Grandeur del hoy que se proyecta eterna. París es como una enamorada, no hay que visitarla, hay que vivirla, hay que poseerla. No podía ser otra ciudad, sino París, para denominarla como la ciudad del amor.



Reportaje fotográfico 1995: Pedro Taracena Gil

PARÍS ES ALGO MÁS...

LOS 10 MEJORES MUSEOS DE PAÍS












LA NOCHE  
 

La noche
Para disfrutar de una vista panorámica de la ciudad de París, de noche con cielo nublado, hagan clic en el vínculo de abajo y muévanse con la barra de desplazamiento horizontal, a la derecha.




La mas bella canción francesa de todos los tiempos...


Edith Piaf canta al amor.

ESPACIOS DEDICADOS A PARÍS


GRAFITEROS DE PARÍS
































MARÍA CASARES

REPORTAJE
El cuaderno escolar de María Casares
Ejercicios colegiales reviven la memoria de la hija del presidente del Gobierno cuando estalló la Guerra Civil.Su triunfo como actriz en Francia venció al intento franquista de borrar el apellido.

HEMEROTECA DE "EL PAÍS





María Casares, en 1949 en un montaje de ‘Los justos’, de Camus, en el Teatro Hébertot de París. ROGER VIOLLET (CORDON PRESS)

María Casares tenía nueve años el 14 de abril de 1931. Estaba en la escuela aquel martes cuando se proclamó la Segunda República. En su cuaderno escolar no hay rastros de aquel terremoto. Al contrario. La redacción de ese día dejaba impertérrita la actualidad y remitía a los chicos a la historia. Los alumnos que asistían con María al curso elemental en el Colegio Francés de La Coruña atendían a un dictado sobre Fernando VI. Según lo que anotó María, ese rey, uno de cuyos descendientes, Alfonso XIII, acababa de ser derrocado por la avalancha republicana, “favoreció la marina, la agricultura, las ciencias y las artes; dedicó todos sus esfuerzos a la paz y prosperidad de España”.

Faltaban cinco años para que esa paz, violentada ya otras veces, se rompiera en pedazos estando al mando del Gobierno republicano el padre de la niña que se ejercitaba en esa escuela francesa, lengua que luego sería decisiva en su carrera de actriz.

El padre era Santiago Casares Quiroga (1884-1950), un republicano excéntrico, culto y pudiente, que por azares del destino asumiría en seguida uno de los ministerios favorecidos antaño por Fernando VI, el de Marina. En mayo de 1936, en medio de las turbulencias que acabaron en guerra civil y dieron fin a la Segunda República, María tenía 14 años y el padre era presidente del Consejo de Ministros.
En cuanto los nacionales se hicieron con el dominio de A Coruña, aquel hombre y su familia fueron perseguidos hasta el exilio, con oprobio. El gobernador franquista, José María de Arellano, dictó este auto de persecución y odio: “El nombre de Santiago Casares Quiroga será borrado de todos los registros. Siendo indigno de figurar en el Registro Oficial de Nacimientos, que se lleva en el juzgado municipal, instituido para seres humanos y no para alimañas”.

Su padre era un republicano excéntrico, culto y pudiente

Ese documento que condenaba a la nada al padre de María Casares seguía así: “En el acta del colegio de abogados y en cuantos libros figure el nombre repugnante de Casares Quiroga deberá procederse asimismo a borrarlo, de forma que las generaciones futuras no encuentren más vestigios suyos que su ficha antropométrica de forajido”.

Se equivocó el gobernador en su proclama: las generaciones futuras adoraron, en Francia, lugar de su exilio, a la hija del objeto de tal odio, María Casares. Ella fue la gran actriz francesa que nunca dejó de ser española, y que mantuvo consigo el ya inútil pasaporte republicano como un signo de fidelidad al padre y a la República que este defendió. María Casares, mujer bellísima, “de ojos felinos y rasgados”, tuvo entre sus admiradores a Pablo Picasso, Jean Paul Sartre, Albert Camus… del autor de El extranjero y El malentendido, que ella llevó al teatro, fue novia hasta el final de la vida del Nobel, en 1960; ambos mantuvieron una esgrima sentimental que llevó a Camus a decir que el combate amoroso entre ambos era de guerra y de paz.

El decreto del gobernador, pues, pudo borrar a Casares Quiroga del registro, pero la historia lo mantiene ahí, no solo como gobernante, sino como padre de esa actriz que, a los nueve años, cuando se proclamaba la República, estaba haciendo caligrafía monárquica en un colegio de A Coruña.



Ensayo de ‘L’etat de siege', en París en 1948. Agachados, Balthus (primero por la izquierda), Camus (tercero) y María Casares (en el centro, de blanco). ROGER VIOLLET (CORDON PRESS)

El cuaderno escolar no refleja, claro, ni lo que pasaba cuando la niña tomaba nota de lo que le dictaban ni adelanta cómo iba a ser María Victoria Casares, hija de Santiago y de Gloria. Si acaso, lo que se percibe en este documento, lleno de notas que alcanzan o rozan el sobresaliente, es la decisión del orden, la belleza de la letra, elegante y fluida, sometida a muy pocos errores que, en todo caso, son severamente castigados, con un punto o dos, por los profesores del Collège Français de La Corogne, que así, en francés, se dice en el Cahier de Español que María inaugura el 11 de abril de 1931, cuando los clarines de la República vienen sonando.

Novia de Camus, tuvo entre sus admiradores a Picasso

Este cuaderno fue entregado al Ateneo Republicano de Galicia hará una docena de años, al parecer en señal de agradecimiento por la intervención que tuvo esa entidad en la recuperación de la vivienda familiar de los Casares en la Calle Panaderas de la ciudad en la que nacieron Casares Quiroga y la actriz que conquistó a Camus. Quien custodia ahora ese documento, Juan Luis Alvajar, presidente del Ateneo, cuenta que aquella entrega no está documentada, “ni existe rastro alguno en libros de acta de la propia junta directiva o de la asamblea”. “Con motivo de una mudanza realizada hace un año, apareció en un armario, junto con un pasaporte de Casares Quiroga de los años veinte”. Desde entonces, Alvajar lo custodia; cuando lo enseña sabe que está ante una parte íntima de la historia de una familia a la que Arellano nunca pudo borrar, ni de la biografía de la República ni de la historia del arte.



Una página del cuaderno escolar de Casares.

La entrega del cuaderno escolar de María Casares, que se conserva en perfecto estado, fue hecha, por Esther Varela, nieta de Santiago Casares Quiroga, sobrina por tanto de María. Esther Varela vivió el exilio en México.
María dejó España con sus padres, volvió tras la muerte de Franco, juró no hacerlo antes. Y lo hizo para poner en escena una obra de Rafael Alberti. Al principio del cuaderno, calificado con un 10, está el dibujo del mapa de su país, como una reliquia, que dejaría media docena de años después, igual que el propio Alberti y tantos más dejaron atrás ese símbolo escrito del territorio al que quizá no volverían nunca.
Vocabulario
Un ejercicio de vocabulario alerta a María de algunos términos (“1. Al que ha perdido un ojo le llamamos tuerto; 2. Cuando ha perdido los dos, decimos que está ciego; 3. Llamamos bizco a aquel cuyos dos ojos se miran en la misma dirección; 4. El que no oye es sordo; 5. El que no habla es mudo…”, y así hasta el décimo: “El que tiene una joroba en la espalda es jorobado”.

Su cuaderno lo custodia el Ateneo Republicano de Galicia

A los maestros que tiene María les encanta, parece, hacer reír a los alumnos con los ejercicios de vocabulario (“Se dice de un individuo...”, “que baila como una peonza, que grita como un condenado, que duerme como un lirón…”) o los alerta con respecto a los códigos de urbanidad: “En la casa en que vivimos debe haber una gran limpieza. Las habitaciones deben ser espaciosas y tener ventanas y balcones, para ventilarlas. Viviendo en casas mal ventiladas, es difícil gozar de buena salud”.
El cuaderno escolar de María Casares está lleno de ejercicios aritméticos, matemáticos, literarios, de Gramática, de “Lecciones de cosas” (“lunes 13 de abril de 1931. Lecciones de cosas. Las hojas son expansiones ordinariamente planas y verdes, que nacen del tallo y de sus ramificaciones”)… Pulcras como todas las palabras de que consta este documento infantil de la actriz que encandiló a Europa y rescató para la historia el apellido Casares. El cuaderno incluye, en aquel tiempo de tanto dolor y controversia, una definición que entonces, como ahora, parece una utopía y que ella anota como una definición más en su ejercicio de Gramática: “Neutral: El que no es ni de uno ni de otro”.



 

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