LA HINIESTA ZAMORA ESPAÑA




MI PUEBLO

Por Alfonso Pelayo Enríquez

Quienes somos de pueblo, y especialmente de pueblo pequeño, sabemos que éste, como tal, es una infraestructura con diferentes estamentos y entidades, y que la población nos reunimos en torno a una serie de vínculos y emblemas: familias, vecindad, ayuntamiento, escuela, el bar y/o la iglesia.

La iglesia de La Hiniesta es espectacular, como describe Pedro Taracena más abajo. Pero no solo lo es por su magnificencia, que la tiene, también por otros motivos, incluso para las personas que nos consideramos ateas.

Desde mi infancia, el bautizo, la primera confesión, la comunión, la catequesis, las campanas y las cigüeñas son parte básica de eso que llamamos pueblo. Bodas, bautizos, entierros, son actos que comienzan en ella: Punto de encuentro para diferentes actos de la población.

En un pueblo rural como el mío, donde mucha población había emigrado buscando mejora en su vida y su trabajo, el verano de nuestra infancia, era un río de niños que venían de Madrid, Valladolid, Bilbao, Barcelona, (yo nací en 1960) y siempre quedábamos para ir a jugar en los peldaños de la iglesia; y por la noche, para volver a jugar, de nuevo, alrededor de la iglesia y el frontón que está al lado.

La iglesia de La Hiniesta era el club social y el punto de partida a través del cual girábamos. Sabíamos que cuando sus campanas sonaban, era la hora de las misas o rosarios, o las llamadas que hacían cuando alguien moría: un lenguaje comprendido por toda la población, para acompañar la pérdida humana.

Tocar las campanas era importante, y se necesitaba arte para saberlas tocar. Emiliano las ha tocado de maravilla y, al oírlas, en la fiesta del pueblo, la misa de la cordera en Navidad o el año nuevo o reyes, siempre sabíamos quien hacía el repiqueteo, bordándolo, junto a otros jóvenes del pueblo. Esa tradición se sigue manteniendo actualmente y es mi sobrino Roberto, quien actualmente borda el sonido para llamar al pueblo a determinados actos en torno a la iglesia.

Los nidos, como el nido de cigüeñas (actualmente hay hasta tres) eran parte importante del pueblo. La llegada de la cigüeña auguraba la cosecha del año y todo el mundo sabíamos que, por San Blas la cigüeña verás y si no la vieres, año de nieves.

Para la gentecilla joven que correteábamos el pueblo, la cigüeña era un signo de libertad. Muchas veces la veíamos en el arroyo del monte, comiendo sapos, ranas o culebras y la respetábamos: nadie nunca nos lo dijo, pero desde muy niños sabíamos que no debíamos tirar piedras a las cigüeñas.

Una vez, en la época de los años 80 del siglo XX, la cigüeña y las golondrinas no aparecieron. Recuerdo especialmente, la preocupación que se generó en el pueblo: al pueblo le faltaba algo y la iglesia seguía allí, erguida como los pinos, pero no tenía vida su campanario.

Si, un pueblo es muchas cosas, la gente, los vínculos, los recuerdos, las construcciones, pero también las aves que lo pueblan y los sonidos.

Sirva esta breve nota, como un prefacio a una serie de apuntes que buscan un homenaje de alguien de otras tierras, de una persona guadalajareña, arriacense o caracense a una iglesia que sigue marcando el punto neurálgico de un pueblo zamorano.



REPORTAJE SOBRE LA HINIESTA



MÍ ÁLBUM



Roberto Pelayo



Roberto Pelayo









EL ARTE EN LA HINIESTA


La iglesia de Santa María La Real de La Hiniesta se abre a las visitas para su puesta en valor EMILIO FRAILE

La Historia

La leyenda relata que a finales del siglo XIII, el rey Sancho IV salió un buen día de caza con su halcón y persiguiendo una perdiz que se había refugiado en un arbusto de retama – también conocido como ginesta – Halló la imagen de una virgen a la que prometió erigir un santuario en su nombre. Para ello liberó de cargas y pechos a doce colonos, que fueron los encargados de levantar el edificio.

Este edificio es el sorprendente resultado de una serie de etapas constructivas que abarcan desde el siglo XIII hasta el XVII. La capilla mayor, que es lo más antiguo, formaba parte de un templo anterior, de menor altura, con bóveda de cañón apuntado y canecillos bajo el alero. La mayor parte de la iglesia se lleva a cabo entre 1290 y 1347: una única nave dividida en cinco tramos, de los cuales solo lo dos primero conservan su bóveda de crecería original.

GALERÍA DE IMÁGENES

































LA HINIESTA 

IGLESIA DE SANTA MARÍA LA REAL DE HINIESTA

Los tesoros que cobija la iglesia de Santa María La Real de Hiniesta se abren a partir de este sábado al turismo. Por el momento, la apertura tendrá lugar los fines de semana en horario de 10 a 14 y de 17 a 19.30 horas, si bien a partir de julio será todos los días con idéntico horario. La medida pionera trata de proyectar y poner el valor el templo con motivo del 75 aniversario de la declaración BIC, para lo que estaba previsto un programa de actividades que el coronavirus impide desarrollar en el tiempo y forma planteados en un inicio.



El templo, "ejemplar único de arte gótico leonés" tal y como refleja el BOE de la época donde figura la declaración como Bien de Interés Cultural, esconde secretos desconocidos por turistas e incluso para muchos zamoranos, de ahí la decisión de abrirla a los visitantes para descubrir la joya patrimonial que alberga el municipio del alfoz.
Junto con un imponente pórtico, el interior de la iglesia brilla también con luz propia: la Anunciación, la Virgen con el Niño y las pinturas góticas son algunos de los tesoros que los ajenos descubrirán si visitan el templo de La Hiniesta.

Con motivo de la efeméride, está previsto a partir de la próxima semana un campaña de promoción que incluye cartelería, iluminación, decoración del entorno de la iglesia y el reparto de 4.000 foletos para difundir una de las joyas patrimoniales de Zamora.

LA OPINIÓN  El Correo de Zamora


POWER POINT: ZAMORA




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