Por Pedro Taracena Gil
Periodista
Una cadena de disparates a lo largo de los últimos
años está siendo letal para el prestigio y subsistencia de la Corona. Desde el mismo
momento de la coronación de Juan Carlos I por las Cortes Franquistas, se puso
en marcha el gran “NODO” de propaganda, que lejos de ejercer una crítica
constructiva y democrática, ha silenciado el comportamiento del Rey bajo el
eufemismo de “campechano”. A pesar de que la Constitución Española determina
que el Estado no es confesional de ninguna religión, el nacionalcatolicismo ha
funcionado de facto. La alianza Trono-Altar goza de buena salud en pleno siglo
XXI (1).
El comportamiento del Rey Felipe VI está alineado
con el franquismo que a su vez practica la nostalgia de cuando El Caudillo de
España que lo fue por la Gracia de Dios. El esperpento llega mucho más lejos,
Franco era recibido en el atrio de basílicas y catedrales por el Dean
correspondiente y entronizado en los templos bajo palio. Y ahora es el Rey
quien se inclina ante los prelados con la venia de la sumisión.
Todo esto ha creado una violación del espíritu
constitucional, asumido como tradicional y muy español. A pesar de que la
izquierda es de origen republicano y laico, no han sido capaces de aconsejar al
monarca español de que, como Rey, no puede practicar públicamente ninguna
religión. Algunos tics anacrónicos han sido solucionados: la ausencia de
crucifijos y biblias en las tomas de posesión de ministras y ministros, y el
último homenaje laico e internacional a las víctimas del Coronavirus. Aunque en
el funeral católico de la Catedral de Madrid, estuvieron presentes
representantes del Estado.
El statu quo actual es el resultante de la
propaganda del “NODO” que hemos mencionado más arriba. El poder financiero
donde se incluye la parte moral que apoya la Iglesia Católica, han sido los
encargados de crear una red de Medios de Comunicación privados y de titularidad
pública, encargados de secuestrar la crítica y, sin embargo, adular a la
Familia Real. El Rey de España no ha tenido una Corte establecida y mucho menos
Consejeros Reales. Esta situación se ha entendido que, aunque el Rey reina,
pero no gobierna, en ciertos asuntos ostenta pode absoluto al margen del
Gobierno de turno. La cultura, la música, el arte, si exceptuamos a la reina
Sofía, no han ocupado la agenda real. La foto del Rey entre toreros y
eclesiásticos, evocan más cercanía hacia VOX, que hacia el progresismo y el
laicismo.
El día de Santiago Apóstol, Felipe VI ha consumado
el esperpento; haciendo la ofrenda al Apóstol, al más rancio estilo del
Caudillo de España. Un rey europeo que se dirige dentro de un templo a un ente
religioso, pidiéndole lo que se debería exigir a los políticos en los
parlamentos, y sin que nadie critique tal barbaridad.
Yo seré el único español que pide en este artículo
al Gobierno, que exija a Felipe VI que jamás aparezca en público con nadie de
la Iglesia Católica, y que sus prácticas piadosas sean privadas. Ha sido
patético que el Rey haya sido rechazado en Catalunya y se haya refugiado en un
monasterio trapense como en la Edad Media.
¿Felipe VI esperaba ser bien recibido en Catalunya
después de aquel memorable mitin-bronca, después de las barbaridades cometidas
por la policía, en aplicación del legal pero amoral y violento artículo 155?
Puede ser que Pedro Sánchez no intervenga porque cuanto
peor se trate a la monarquía, mejor para sus acuerdos con los
secesionistas. Sobre todo, de sensibilidad republicana.
El periodismo en España desde siempre se ejerce
con impostores del artículo 20 de la Constitución Española (2).
Estado aconfesional (1)
Artículo
20 de la Constitución Española (2)
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