sábado, 10 de mayo de 2025

MUTUO PROPRIO

 

 MUTO PROPRIO

 Pedro Taracena Gil

 Periodista

 Es mi propósito llevar a cabo un breve ensayo sobre mi propio humanismo, asumido con posterioridad al abandono de la doctrina que el nacionalcatolicismo hispano, me impuso desde mi más tierna infancia. El causante de este crimen fue la Iglesia Católica en la persona del Padre Ripalda, imponiéndome el aprendizaje de la DOCTRINA CRISTIANA al pie de la letra. Este método garantizaba que el dogma se apartase de toda herejía. Sin duda se puede romper el paradigma y de hecho mi experiencia personal lo ha roto, en todas sus acepciones éticas y religiosas.

Para mejor comprender esta aparente paradoja es preciso distinguir los conceptos Fe y Razón, fusionados por la Alianza Trono Altar, el concordato Iglesia Estado, es decir el Nacionalcatolicismo que declaró España como un Estado Confesional, donde el Derecho Canónico imperaba como ley civil. En la actualidad a pesar de dotarnos de una constitución aconfesional, España está tutelada por un episcopado añorando lágrimas franquistas; apropiándose de edificios eclesiásticos religiosos y civiles… Sin olvidar que el genocida Francisco Franco fue exaltado a la Jefatura del Estado como Caudillo de España por la Gracia de Dios. Así consta en las monedas de la época fratricida.

No renuncio a utilizar el vocablo crimen para expresar aquello que la religión impuesta ha cometido contra el ser humano, sobre todo en la infancia y adolescencia. Sinónimos o afines de «crimen» son:

delito, ilícito, falta, infracción, transgresión, fechoría. Sin duda la transgresión es la acepción más apropiada, pero no como los sinónimos de incumplimiento o desobediencia, sino como los antónimos de acatamiento y obediencia impuestos por la tiranía del magisterio religioso. La ciencia revelada por un dios a sus criaturas a través de sus profetas al margen de todo raciocinio.

Fui conocedor de un caso que sucedió en mi entorno: Un amigo sacerdote que solicitó la secularización a la Curia Romana, aunque la exposición de motivos no convenció a la autoridad eclesiástica y le denegó volver al estado laical. Mientras, mantuvo una relación con una feligresa y se casaron sacramentalmente, aunque al margen del Derecho Canónico que exige la secularización previa. De ese matrimonio sacramental nació una niña, que fue bautizada en su comunidad parroquial. El asunto se complicó porque en aquella época en el DNI de los españoles debía escribirse la profesión y en este caso constaba la profesión de sacerdote. Y en aquella época del nacionalcatolicismo ningún célibe debía de tener hijos… Hasta que España no se convirtió, aunque con reservas, en un estado aconfesional, la profesión de cura dejó de ser inconveniente para ser padre. El esperpento estuvo servido durante demasiados años.

Como todo ensayo el resultado de cualquier tema tratado es muto proprio del lector.

GALERÍA JAM MONTOYA





































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