domingo, 31 de marzo de 2019

PARÍS LA TORRE EIFFEL CUMPLE 130 AÑOS




Por Pedro Taracena Gil
París
Un relato de seducción

Porqué estoy tan enamorado de París. Qué tiene París que tanto me seducen sus rincones. Nunca me perderé, porque cuando no sepa dónde estoy o a donde ir, me hallaré en París.

Esta grandiosa cuidad, es la capital del mundo. Además, es centro y origen de muchos logros de la humanidad. La libertad, la revolución, la moderna república, los derechos del ciudadano, la enseñanza laica, Mayo del 68... Sin mencionar su aportación a la arquitectura, su forma de tratar la naturaleza... La escultura, la pintura, la vida bohemia, la universidad... La estética, la moda, los perfumes... Es la ciudad de la luz y es la ciudad del amor. Es como si los cuerpos enamorados se vistieran de luz y nada más que de luz...



Es una ciudad sorprendente por su Grandeur. Aquí han dejado su huella personal, el imperio y la república. Es una ciudad osada en su construcción. Osadía puesta al servicio de las grandes obras. Fue una osadía la Tour Eiffel y es una osadía la Grande Arche de la Défense. Fue una osadía la catedral de Notre-Dame de París y el Pont Alexandre III. Y es una osadía el Centre Pompidou y la Piramide de la Place du Carrousel. Es una osadía la nueva biblioteca y el nuevo Museo de la Ciencia.
Es la ciudad de los contrastes. El París bohemio y cultural de La Seine, La Cité, Saint Germain, La Sorbonne, Todo es París. L’ Avenue des Champs-Elysées, la Place de la Concorde y la Rue de Rivoli, también son París.
París comprende, de igual forma, a los clocharden las orillas de la Seine o en cualquier rincón de cualquier parque de la ciudad.
La iglesia de la Madeleine, el Panthéon, los Invalides y el Arc de Triomphe, toman parte del París de la Grandeur. Pero Saint Julien le Pauvre en el Quartier Latin y la Colline de Montmatre con sus bohemios pintores, también, son París.



Se pueden escuchar impresionantes conciertos de música clásica, antigua, canto gregoriano o un recital de Paul Claudel en cualquier templo o en la catedral. Y también se puede sentir el transeúnte aliviado de su estrés, en los coches, andenes y pasillos del metro por orquestas y solistas improvisados, o por una música de acordeón entonando alguna melodía del eterno París.
En la Ville de París, se encuentran grandes museos, monumentos al saber y al arte del género humano: El Musée de L’Homme, el increíble Louvre, el Musée d’Orsay, el Musée Rodin, la Cité des Sciences de la Villette...Todos ellos son sedes de la belleza y conservan las obras eternas realizadas por el hombre. En su mayoría, es Francia la que ha generado tanto arte, tanto conocimiento.



Toda la ciudad está sembrada de huellas que han dejado los grandes pensadores y escritores de todas las épocas. Aquí conviven la Francia de Jean Paul Sartre y Paul Claudel, la de Albert Camus y George Sand, la de Víctor Hugo y Georges Brassens, la de Voltaire y Jeanne d’Arc. Aquí se funden; dando testimonio de su Grandeur, la Francia revolucionaria, la Francia monárquica y la Francia republicana.
El Sena se deja atravesar por el Pont Neuf, en la Cité, por el Pont Iéna en la Tour Eiffel, por el Pont St. Michel en el Quartier Latin y por el Pont des Arts, que es de madera y solo lo utilizan los visitantes que, viniendo del Louvre, pasan al Barrio Bohemio. La ciudad aglutina la iluminación vanguardista del Cour Carrée y la humilde iluminación de la librería Shakespeare & Co, situada enfrente de Notre Dame. La radiante iluminación de los cruceros que surcan el Sena por la noche, contrasta con las románticas luces de los faroles de los márgenes del río.



Conviven en París, los espectáculos del Moulin Rouge, el Lido o el Crazy Horse, con los recitales del Olympia y la puesta en escena de una obra interpretada por Carmen Maura en el Palais Royal o una obra clásica en el Theatre de la Comedie, de cuyo teatro ha sido primera actriz, la española María Casares. L’ Ópéra de París, la sola visita al teatro vacío, es suficiente para estar contemplando uno de los foros líricos más bellos del mundo.
Aquí encuentran su lugar, la suave y evocadora música de un acordeón y una batería de percusión de un grupo de jóvenes negros en el metro o en las orillas del Sena. París se identifica con Edith Piaf, igual que con J. Halidy o Françoise Hardy.



Después de estas reflexiones, mi pregunta, tiene fácil respuesta. En cualquier rincón de París, me siento identificado con la ciudad. Pero algunos lugares, como sucede en casa, me reencuentro más que en otros, con la ciudad de mis sueños: En el Musée Rodin, ante la escultura del beso. Sentado en un banco del Pont des Arts. Paseando por la Rue de Rivoli; contemplando el Pavillón Richelieu del Louvre. Tomando fotografías de mi modelo preferido el Pont Alexandre III. Ojeando libros en la librería Shakespeare & Co en el Quartier Latin. Tomando el sol, cuando el astro rey hace esa gracia, en el Jardin des Tuileries. De compras por el Carrousel del Louvre o perdiéndome en el Forum du Halles. Tomando un café en las terrazas de las Brasseries de Saint.-Germain des Prés. Cómo no, la Colline de Montmartre, la cuna de los pintores bohemios, El Sacre Coeur, su funicular y la Place Pigalle...



Francia proyecta su Grandeur sobre París. La Grandeur de la France, puede ser una ilusión de las glorias pasadas, un espejismo de su imperio, pero su proyección, aquello que percibimos quien visita París, es una realidad tangible. Es una realidad la Tour Eiffel, es una realidad, el Arc de Triomphe, es una realidad los monumentales puentes sobre el Seine. Es una realidad la magnitud de sus calles, bulevares, plazas y paseos. Es una realidad el tamaño de Notre Dame, de la iglesia de la Madeleine y del Mairie de Paris u Hötel de Ville.
Es una realidad el gigantesco recorrido que se puede hacer, desde el Arc de Triomphe du Carrousel, hasta La Défense; pasando por el Jardin du Carrousel, el Jardin des Tuileries, la Place de la Concorde, l’Avenue des Champs Elysees, la Place Charles de Gaulle (Étoile), la Avenue de la Grande Armée, la Place de la Porte Maillot, l’ Avenue de Neuilly, la Avenue Charles de Gaulle y por último el colosal barrio de la Défense con el vanguardista Arche de la Défense. Y el inmenso y popular Boi de Bologne.



Sin ánimo de exagerar, la Grandeur se proyecta en toda iniciativa arquitectónica, urbanística y escultórica. Como ejemplo sirva la pirámide de acceso al Louvre y al Carrousel. Es una obra grandiosa, futurista, y tremendamente funcional. Respetuosa con lo clásico y cimentada sobre las fosas medievales. De la fortaleza de Philippe Auguste, capaz de albergar: anfiteatros auditorios, galerías de arte, garaje para autobuses y vehículos, salas de exposiciones, tiendas de todo tipo, bibliotecas, servicio de consigna y de accesos para minusválidos, bares y restaurantes. Y todo bajo tierra y en el corazón de París. Encima, sobre la superficie, siguen los Jardins des Tuileries. De toda esta magnífica obra, exteriormente, es testigo la gran Pyramide de arquitectura de cristal, en el centro del Cour Napoleon. A través de ella, se accede al gran vestíbulo del Louvre, desde el cual se contempla las tres entradas posibles al museo: Aile Richelieu, Denon y Sully.



Es la Grandeur del pasado que se proyecta como inversión para el futuro. El Louvre, se ha hecho más atractivo, más cómodo y más funcional para el visitante y sobre todo garantía para un sinfín de negocios que han surgido a su alrededor. París es la Grandeur del pasado y la Grandeur del hoy que se proyecta eterna. París es como una enamorada, no hay que visitarla, hay que vivirla, hay que poseerla. No podía ser otra ciudad, sino París, para denominarse como la ciudad del amor.



Reportaje fotográfico 1995: Pedro Taracena Gil

PARÍS LA TORRE EIFFEL CUMPLE 130 AÑOS















 









BOCETOS DE SU CONSTRUCCIÓN





















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