lunes, 1 de junio de 2015

JAM MONTOYA: APUNTES SOBRE CHINA


Por JAM MONTOYA


China está de moda, todo el mundo me habla de China, amigos que se dedican a la exportación, otros a la venta de arte y un sin fin de negocios que se han establecidos en este controvertido país. No hay duda, China es una potencia mundial en muchos aspectos y como no podía ser de otra manera allí están los occidentales intentando sacar tajada de lo que mueve al mundo “el dinero”.


Sin embargo, no podemos obviar que también es un país de grandes contrastes económicos, ahora y antes, desde la opulencia de muchos a la vergonzosa y paupérrima vida de otros, con un régimen totalitario desmedido, donde no existe ni la libertad de expresión ni el derecho a la información, el acceso limitado y controlado por el estado (Internet) y donde se puede ejecutar a una persona en un suspiro, sin un juicio previo.
Si, China es una potencia económica, no lo dudo, pero también es un pueblo con una gran tradición en el sufrimiento no solo por su política restrictiva y por sus guerras, también por sus desastres naturales.
Como decía, ahora todo el mundo me habla de una China que a mí no me interesa y me resulta, cuando menos, curiosa y ajena. Descubrí su cultura cuando apenas acababa de entrar en la adolescencia, primero por imposición paterna y luego por convencimiento propio. Me crié en un país que me enriqueció en muchos sentidos, Perú, rodeado de criollos, chinos y japoneses y, desde luego, para mí China representa otra cosa muy distinta por la que le estoy infinitamente agradecido. Tanto es así que marcó definitivamente mi vida. Me quiero referir a su filosofía milenaria “EL TAO”.
El Tao me enseñó y me enseña a vivir, al menos un poco mejor, me enseñó a aceptar la vida y a sacar un aprendizaje de sus vicisitudes, me enseño, a que las cosas, sea cual sea tu actividad, hay que hacerlas con amor y que no solo es importante el resultado sino también saber disfrutar del camino, que las prisas son negativas para casi todo, que toda perfección requiere un esfuerzo que pude llevar toda una vida, que hay que saber estar solo, precisamente porque es cuando menos solo estás, me enseñó a saber dignificar mi oficio sin esperar nada a cambio y quizás lo más importante: Me enseño a tener plena conciencia de lo que tengo pero sin apego porque todo es pasajero y efímero, y especialmente me enseño a no “desear” porque si no hay deseo no hay frustración. Si eres capaz de controlar este sentimiento tendrás la vacuna de la felicidad permanente.
Esta imagen que comparto con vosotros, para los que puedan ver, es un sencillo homenaje como muestra de agradecimiento a la sabiduría de su cultura milenaria de la que tanto he aprendido. 
Quiero aclarar que las marcas de los ojos de la mujer no son lágrimas, sino los surcos del sufrimiento que, como los meandros de los ríos, permanecen aunque ya no lleven agua.




JAM MONTOYA, no solamente es un gran creativo innovador en el arte, es también un transgresor incansable de la cultura del nacional-catolicismo. A través de este magistral artículo se manifiesta como un gran ensayista. En breves palabras ha plasmado el retrato de un pueblo y la imagen que le devuelve después de haberse mirado en su espejo. Una palabra más sobre su brillante exposición sería quedarse muy corto en la importancia de su contenido. Personalmente, muchas gracias. Te asiste la grandeza del pueblo español sin ser grande de España. P.Taracena


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